Aprende a vivir, le susurraba una voz melancólica en el oído.
Tienes que saber como hacer pasar las horas sin mirar atrás, deja tu cómoda fragilidad a un lado, y enfréntate a la vida, ya va siendo hora de madurar.
Por más que duelan los recuerdos, lo que pudo pasar y no pasó, todo aquello que quisiste sentir en sus brazos y el ingrato destino no te dejó.
Para de preguntarte si no fueron ya suficiente los golpes, si no son ya demasiadas piedras cargadas a tu espalda, porque compañera, te diré que preguntarte y atiborrarte a recuerdos pasados recubiertos de chocolate y música deprimente no sirve de nada.
Puedes seguir secándote tus lágrimas en mi camiseta, al fin y al cabo el paso de los días te mostrará que yo, que soy tú, seré lo único que pueda empujarte, seré yo la única que pueda tenderte un salvavidas a tus propios ojos, ya no valen los de otros.
Deja esa estúpida sensación de soledad prestada que hace tiempo que es tu sombra, no te traerá nada nuevo, solo botes de nocilla y decepción.
¿A caso quieres seguir engordando a base de embustes?
Quizás cuando despiertes mañana será otro día, quizás una noche de estas puedas dormir ochos horas, las que tu enemigo íntimo, el tiempo, a veces te recorta tantísimo.
Puestos a ser valientes, es hora de mirarte al espejo y romper tus complejos, es hora de que sonrías sin miedo, es hora de ser tú misma, nosotras mismas.
Hoy tu parte coherente ha salido a flote, solo para recordarte que aunque me tengas aquí, encerrada bajo la llave de tu tan alabada tristeza, sigo presente, dispuesta a intentar levantarte y sacarte al mundo.
Empiezo a cansarme de escuchar siempre las mismas canciones asabinadas y engordar con besos prestados. Despierta niña, es hora de ser mujer y dar la cara.
martes, 14 de diciembre de 2010
domingo, 5 de diciembre de 2010
Autores.
A veces escuchas un poema en labios de un desconocido, y te encuentras en ellos, te identificas con sus versos, y todo pierde el sentido.
A veces quieres ser la Guiomar de algún Antonio. O la sirena de aquellos Versos del Capitán, o ser el hierro arrancado de la herida de Bécquer o que conozcan tu voz en formato susurro, y en formato gemido, y en formato secreto.
Pero, llega el momento en que te das cuenta que nunca fuiste lo suficientemente Pilar, ni lo suficientemente pez ni que nunca hubo una herida de la que arrancarte y que nadie escuchó nunca tu verdadera voz.
Nunca fuiste especial, ni tuviste las medidas correspondientes, ni la dulzura que te exigían ni la paciencia ni la saliva.
Y no es momento de derrumbarse, no tienes permiso para hacerlo, deber ser lo que nunca fuiste, debes ser ahora, fuerte y sátira, dura y tirana.
Quizás el hombre de tu vida no se llame Antonio, ni se apellide Machado, a ti siempre te asustó el mar, y con tus canciones nunca hiciste llorar a los marineros y mucho menos a algún que otro capitán. Tus heridas iban por dentro, y nadie supo nunca cómo cogerte puntos en el alma. Quizás tu voz no estaba en el formato adecuado para que alguien la escuchase.
Quizás deberías dejar de leer poesía y soñar, pues, como ya sabes:
Los sueños, sueños son.
A veces quieres ser la Guiomar de algún Antonio. O la sirena de aquellos Versos del Capitán, o ser el hierro arrancado de la herida de Bécquer o que conozcan tu voz en formato susurro, y en formato gemido, y en formato secreto.
Pero, llega el momento en que te das cuenta que nunca fuiste lo suficientemente Pilar, ni lo suficientemente pez ni que nunca hubo una herida de la que arrancarte y que nadie escuchó nunca tu verdadera voz.
Nunca fuiste especial, ni tuviste las medidas correspondientes, ni la dulzura que te exigían ni la paciencia ni la saliva.
Y no es momento de derrumbarse, no tienes permiso para hacerlo, deber ser lo que nunca fuiste, debes ser ahora, fuerte y sátira, dura y tirana.
Quizás el hombre de tu vida no se llame Antonio, ni se apellide Machado, a ti siempre te asustó el mar, y con tus canciones nunca hiciste llorar a los marineros y mucho menos a algún que otro capitán. Tus heridas iban por dentro, y nadie supo nunca cómo cogerte puntos en el alma. Quizás tu voz no estaba en el formato adecuado para que alguien la escuchase.
Quizás deberías dejar de leer poesía y soñar, pues, como ya sabes:
Los sueños, sueños son.
viernes, 3 de diciembre de 2010
Historias Urbanas I
Todo olía a Navidad, y eso la ponía aún más triste.
El paisaje, en Algeciras, era bello. No por sus calles, si no por sus historias.
En vez de ir a clase se sentó en un banco de la Plaza Alta, se sentía triste, melancólica, pero ella era así, pesimista.
Aún no tenía la mayoría de edad, pero se convirtió en adulta demasiado joven.
Comprendió antes de tiempo lo mucho que dolía la vida, cargó en sus hombros el peso de otros y eso la hacía entonar el Mea Culpa y realentizar su paso.
Sabía que no debería ser así, que su juventud debería hacerla correr rápido, fugaz, pero no tenía ganas de volar. Hoy no, ni ayer, quizás, si eso, mañana.
Así pues siguió sentada, escribiendo y dejándose llevar por las emociones de aquellas personas que veía a su alrededor.
Llevaba días sin ir a clase. Bachillerato le quedaba inmensamente grande, su futuro dependía de este año, pero le daba pavor enfrentarse a la vida, a su camino, a su destino.
Vio a un hombre, con un niño de unos dos años, parecía demasiado joven, quizás, para ser padre, demasiado pobre como para poder darle algo a aquél niño.Pero ella se equivocaba, la pobreza y la felicidad son relativos, la vida le dio una lección en forma de sonrisa.
Aquel hombre, sacó una moneda del bolsillo, y le compró a su pequeño un cochecito de juguete, y le dijo algo así como: ¨Se que no es mucho, pero...¨
Él, al igual que ella, también se equivocó, solo hacía falta verle la cara a ese niño para poder saber qué es la felicidad.
Ella, sumamente sensible, quiso inmortalizar aquel momento de la única manera que sabía, escribiéndolo.
Fue conmovedor ver como quería a su pequeño, fue conmovedor ver como entre tantas luces navideñas e hipocresía aún quedaba algo de calor humano.
Siguió escribiendo, un señor mayor se sentó a su lado.Se limitó a verla escribir.
Cuando ella lo miró, éste sonrió tan sinceramente que ella comenzó a reír, le sacó la primera sonrisa del día.
Aquella mañana se marchó para ver si dejaba de buscarse en los versos de siempre, los de Neruda, ya saben, y se encontraba en sus propias palabras.
No hubo suerte, para qué variar.
Estando allí sentada estaba defraudando a muchísima gente, pero ¿qué iba a explicar en casa? ¿que se sentía mal por que el mundo le dolía? ¿que no tenía ganas de aguantar seis horas sentada con personas que lo le eran de interés?
En casa no entenderían nada de lo que sentía, porque, al fin y al cabo, motivos para sonreír no le faltaban.Todo era tan absurdo...
Cuando se miraba en los espejos ya casi ni se reconocía, ni siquiera se esforzaba por aparentar serenidad. Se le agotaron las ganas de fingir.
Se levantó de aquel banco, fiel compañero por unos instantes, y se puso a pasear. Siguió observando a la gente y pensando qué le depararía la vida.
Deseó con todas sus fuerzas hacer que alguien,cuando se perdiese se buscase en sus letras. Todo seguía siendo absurdo para ella, sus metas quedaban muy muy lejos.
El paisaje, en Algeciras, era bello. No por sus calles, si no por sus historias.
En vez de ir a clase se sentó en un banco de la Plaza Alta, se sentía triste, melancólica, pero ella era así, pesimista.
Aún no tenía la mayoría de edad, pero se convirtió en adulta demasiado joven.
Comprendió antes de tiempo lo mucho que dolía la vida, cargó en sus hombros el peso de otros y eso la hacía entonar el Mea Culpa y realentizar su paso.
Sabía que no debería ser así, que su juventud debería hacerla correr rápido, fugaz, pero no tenía ganas de volar. Hoy no, ni ayer, quizás, si eso, mañana.
Así pues siguió sentada, escribiendo y dejándose llevar por las emociones de aquellas personas que veía a su alrededor.
Llevaba días sin ir a clase. Bachillerato le quedaba inmensamente grande, su futuro dependía de este año, pero le daba pavor enfrentarse a la vida, a su camino, a su destino.
Vio a un hombre, con un niño de unos dos años, parecía demasiado joven, quizás, para ser padre, demasiado pobre como para poder darle algo a aquél niño.Pero ella se equivocaba, la pobreza y la felicidad son relativos, la vida le dio una lección en forma de sonrisa.
Aquel hombre, sacó una moneda del bolsillo, y le compró a su pequeño un cochecito de juguete, y le dijo algo así como: ¨Se que no es mucho, pero...¨
Él, al igual que ella, también se equivocó, solo hacía falta verle la cara a ese niño para poder saber qué es la felicidad.
Ella, sumamente sensible, quiso inmortalizar aquel momento de la única manera que sabía, escribiéndolo.
Fue conmovedor ver como quería a su pequeño, fue conmovedor ver como entre tantas luces navideñas e hipocresía aún quedaba algo de calor humano.
Siguió escribiendo, un señor mayor se sentó a su lado.Se limitó a verla escribir.
Cuando ella lo miró, éste sonrió tan sinceramente que ella comenzó a reír, le sacó la primera sonrisa del día.
Aquella mañana se marchó para ver si dejaba de buscarse en los versos de siempre, los de Neruda, ya saben, y se encontraba en sus propias palabras.
No hubo suerte, para qué variar.
Estando allí sentada estaba defraudando a muchísima gente, pero ¿qué iba a explicar en casa? ¿que se sentía mal por que el mundo le dolía? ¿que no tenía ganas de aguantar seis horas sentada con personas que lo le eran de interés?
En casa no entenderían nada de lo que sentía, porque, al fin y al cabo, motivos para sonreír no le faltaban.Todo era tan absurdo...
Cuando se miraba en los espejos ya casi ni se reconocía, ni siquiera se esforzaba por aparentar serenidad. Se le agotaron las ganas de fingir.
Se levantó de aquel banco, fiel compañero por unos instantes, y se puso a pasear. Siguió observando a la gente y pensando qué le depararía la vida.
Deseó con todas sus fuerzas hacer que alguien,cuando se perdiese se buscase en sus letras. Todo seguía siendo absurdo para ella, sus metas quedaban muy muy lejos.
lunes, 15 de noviembre de 2010
Ángel.
Ella te cantará nanas, te guiará, guardará tus sueños desde el Cielo.
Será tu ángel, sereis luz de estrella en el horizonte.
Tu llanto será su llanto, tu risa llevará el reflejo de la suya.
Hace dos años que partió, que su voz se apagó, pero te aseguro, Pequeña, que está a tu lado, a nuestro lado.
A veces te acaricia el pelo, y te susurra un te quiero, para que duermas tranquila y se desvanezcan tus miedos.
No se irá de tu vera, siempre serás su estrella, aquella que alguna vez colgó de su cama.
Será tus cinco puntas, tu cable a tierra, primero tu tacataca y después tu muleta.
No se dará por vencida para verte triunfar, alabará tus encantos hasta las nubes, reirá al ver contonear tus caderas y al escucharte hablar por primera vez.
Aqui está ahora, con todos nosotros, guiñándonos un ojo desde el más allá, acunándonos en sus brazos.
No es absurdo decir que siempre estará para ti, Rocío, y para vosotros, Raúl, Andrés y Antonio, para estos cuatro ángeles terrenales, para estas cuatro almas puras sin miedo ni maldad que nos devolvió el azar para tapar tu pérdida.
No te olvidamos, Abuela, siempre estarás presente, en nuestras mentes, en nuestros actos, en nuestra mesa, en nuestros recuerdos.
No dejes de mimarnos desde donde quiera que estes, pues, en días como estos, te siento presente, velando ahora, por los más pequeños de esta casa, y por los mayores, en los que me incluyo ahora, que no antes.
Aunque no estés en sus recuerdos, estarás en su día a día, en su presente, pues formas parte de ella, de ellos, como el aire, el agua o la tierra.
No te marches de su lado, cuídala, pues es el regalo que nos ofreciste por las lágrimas derramadas en tu partida.
Hazla crecer fuerte y digna, valiente y sincera, honesta y pura.
Hazlos crecer a ellos también, en tus faldas, aislándolos de lo malo, del ruido oscuro de la soledad, aquella en la que nos sumiste y ahora, con nuestro pequeño ángel terrenal, Rocío, nos has hecho volver a la vida.
Será tu ángel, sereis luz de estrella en el horizonte.
Tu llanto será su llanto, tu risa llevará el reflejo de la suya.
Hace dos años que partió, que su voz se apagó, pero te aseguro, Pequeña, que está a tu lado, a nuestro lado.
A veces te acaricia el pelo, y te susurra un te quiero, para que duermas tranquila y se desvanezcan tus miedos.
No se irá de tu vera, siempre serás su estrella, aquella que alguna vez colgó de su cama.
Será tus cinco puntas, tu cable a tierra, primero tu tacataca y después tu muleta.
No se dará por vencida para verte triunfar, alabará tus encantos hasta las nubes, reirá al ver contonear tus caderas y al escucharte hablar por primera vez.
Aqui está ahora, con todos nosotros, guiñándonos un ojo desde el más allá, acunándonos en sus brazos.
No es absurdo decir que siempre estará para ti, Rocío, y para vosotros, Raúl, Andrés y Antonio, para estos cuatro ángeles terrenales, para estas cuatro almas puras sin miedo ni maldad que nos devolvió el azar para tapar tu pérdida.
No te olvidamos, Abuela, siempre estarás presente, en nuestras mentes, en nuestros actos, en nuestra mesa, en nuestros recuerdos.
No dejes de mimarnos desde donde quiera que estes, pues, en días como estos, te siento presente, velando ahora, por los más pequeños de esta casa, y por los mayores, en los que me incluyo ahora, que no antes.
Aunque no estés en sus recuerdos, estarás en su día a día, en su presente, pues formas parte de ella, de ellos, como el aire, el agua o la tierra.
No te marches de su lado, cuídala, pues es el regalo que nos ofreciste por las lágrimas derramadas en tu partida.
Hazla crecer fuerte y digna, valiente y sincera, honesta y pura.
Hazlos crecer a ellos también, en tus faldas, aislándolos de lo malo, del ruido oscuro de la soledad, aquella en la que nos sumiste y ahora, con nuestro pequeño ángel terrenal, Rocío, nos has hecho volver a la vida.
domingo, 14 de noviembre de 2010
Atrévete, dijo el Cobarde.
Cambia, sé lo que pienso,odio esta estúpida sensación de soledad prestada.
Echar de menos siempre se me dio extrañamente bien.
Mis manos, ahora, solo sirven para secar aquel sudor que nunca llegaste a derramar junto a mi cuerpo.¿No es frustrante?
Tus palabras solo me sirven de pasatiempo, y es absurdo negar que no te extraño. Que no extraño decirte lo bien que me ha ido el día, hoy que brillo con mi propia luz.
Que el Sol me sonríe hipócrita, mientras me susurra que no saldrán todas esas palabras de tu boca,que mi sudor ya no será tu sudor y que tu cuerpo no llevará la marca del mío.
Pero, seamos realistas, hace tiempo que dejaste de desear mi alma, de calmar tus ansias en mi ombligo.
Te pedí mil y una vez, veintiseis veces infinito que cambiases, que volvieses a enamorarme. Lo intentaste, amor mío, pero la noche no ha de tornarse en día, y los eclipses ocurren cada demasiado tiempo.
Echar de menos siempre se me dio extrañamente bien.
Mis manos, ahora, solo sirven para secar aquel sudor que nunca llegaste a derramar junto a mi cuerpo.¿No es frustrante?
Tus palabras solo me sirven de pasatiempo, y es absurdo negar que no te extraño. Que no extraño decirte lo bien que me ha ido el día, hoy que brillo con mi propia luz.
Que el Sol me sonríe hipócrita, mientras me susurra que no saldrán todas esas palabras de tu boca,que mi sudor ya no será tu sudor y que tu cuerpo no llevará la marca del mío.
Pero, seamos realistas, hace tiempo que dejaste de desear mi alma, de calmar tus ansias en mi ombligo.
Te pedí mil y una vez, veintiseis veces infinito que cambiases, que volvieses a enamorarme. Lo intentaste, amor mío, pero la noche no ha de tornarse en día, y los eclipses ocurren cada demasiado tiempo.
jueves, 4 de noviembre de 2010
El chico piedra no se deja caer.
O más bien derrumbar, como prefiráis decirlo.
Hay personas a las que la lógica les puede, son maniáticos de lo perfecto, y en su misma perfección dicen ser imperfectos. No tiene sentido.
Es difícil encontrar a alguien así, difícil es también llegar a interesarles, a atarlos a tu vida como el más brillante diamante sin miedo a que se esfumen con una risa malévola, en una nube de humo. Ya se sabe que hay chicas torbellino que no están a la altura.
Él era así, el chico piedra. Nada le perturbaba su milimetrado mundo, se prohibía dejar fluir los sentimientos, eso podría derrumbarlo, eso podría cambiar su planeado futuro.
La parte racional de su cerebro ocupaba gran parte de su corazón y de su alma, aunque, para qué mentir, tenía una gran facilidad para quitarse esa armadura rocosa que decía poseer de vez en cuando, y soltar algún que otro comentario bonito no comprometedor.
A veces cuando se quitaba esa máscara blanca y negra levantaba una ceja y se dejaba mimar. Nunca demasiado, que conste.
El chico piedra tenía un gran sentido del deber, unos grandes ideales por los que luchar, una manera de ver la vida un tanto peculiar, supongo que está bien eso de razonar antes de actuar, él no se dejaba caer nunca, no se lo permitía, era demasiado perfecto como para dejar su dignidad por el suelo, ya se sabe, solo hay una oportunidad. Eso sí, con la más resplandeciente humildad que he visto jamás.
Alguna vez, al chico piedra le hicieron daño, el suficiente como para cerrarse en banda a dejarse ser él mismo, a dejarse volar, a dejarse girar. A dejar aparecer en su vida al chico torbellino que tiene encerrado en el lado negro de su tan estrambótico ying yang.
Así pues, la chica torbellino se despide pidiéndole al chico piedra que no se adapte más, debería saber que las piedras no son volubles. Sigue sin tener sentido.
Hay personas a las que la lógica les puede, son maniáticos de lo perfecto, y en su misma perfección dicen ser imperfectos. No tiene sentido.
Es difícil encontrar a alguien así, difícil es también llegar a interesarles, a atarlos a tu vida como el más brillante diamante sin miedo a que se esfumen con una risa malévola, en una nube de humo. Ya se sabe que hay chicas torbellino que no están a la altura.
Él era así, el chico piedra. Nada le perturbaba su milimetrado mundo, se prohibía dejar fluir los sentimientos, eso podría derrumbarlo, eso podría cambiar su planeado futuro.
La parte racional de su cerebro ocupaba gran parte de su corazón y de su alma, aunque, para qué mentir, tenía una gran facilidad para quitarse esa armadura rocosa que decía poseer de vez en cuando, y soltar algún que otro comentario bonito no comprometedor.
A veces cuando se quitaba esa máscara blanca y negra levantaba una ceja y se dejaba mimar. Nunca demasiado, que conste.
El chico piedra tenía un gran sentido del deber, unos grandes ideales por los que luchar, una manera de ver la vida un tanto peculiar, supongo que está bien eso de razonar antes de actuar, él no se dejaba caer nunca, no se lo permitía, era demasiado perfecto como para dejar su dignidad por el suelo, ya se sabe, solo hay una oportunidad. Eso sí, con la más resplandeciente humildad que he visto jamás.
Alguna vez, al chico piedra le hicieron daño, el suficiente como para cerrarse en banda a dejarse ser él mismo, a dejarse volar, a dejarse girar. A dejar aparecer en su vida al chico torbellino que tiene encerrado en el lado negro de su tan estrambótico ying yang.
Así pues, la chica torbellino se despide pidiéndole al chico piedra que no se adapte más, debería saber que las piedras no son volubles. Sigue sin tener sentido.
lunes, 1 de noviembre de 2010
Y no comieron perdices.
La cara irónica de la vida le lanzaba un guiño, le levantó una ceja y la dejo volar sin rumbo.
Los cuentos solo están en el papel, y, aunque ella escribió con su misma sangre uno de los cuentos más bellos de la historia, con su gordo dragón, su doncella encantada, su princesa dormida y su enorme castillo amurallado, no sirvió de nada.
Aquella princesa no se despertó a base de besos, ella era más sádica, se despertó a causa de golpes, de esos que te pellizcan el estómago y te provocan náuseas, esos que se pulen con tristeza y desengaño.
No necesitó un corcel blanco para escapar ni siquiera un hada madrina, su varita mágica no soltaba polvo de estrellas, si no humo.
Puso punto y final a un cuento maravilloso en el papel, e increíblemente doloroso en la realidad, ya se sabe, las películas basadas en libros son siempre malísimas.
Y se marchó, aquel príncipe que, de algún modo jamás logró serlo, se perdió en las arenas del tiempo, en otro continente, en otra ciudad.
Ella, se disfrazó de bruja, a veces el malo es el que mejor se lo pasa, y salió a la vida, sonrió y se propuso seguir levantándole la ceja a cualquier ser encantado o encantador que pasase por su lado, quiso adoptar esa cara irónica de la vida que tanto, a veces le pesaba, pero al fin y al cabo su escoba era mucho más cómoda que cualquier caballo rescatador.
Los cuentos solo están en el papel, y, aunque ella escribió con su misma sangre uno de los cuentos más bellos de la historia, con su gordo dragón, su doncella encantada, su princesa dormida y su enorme castillo amurallado, no sirvió de nada.
Aquella princesa no se despertó a base de besos, ella era más sádica, se despertó a causa de golpes, de esos que te pellizcan el estómago y te provocan náuseas, esos que se pulen con tristeza y desengaño.
No necesitó un corcel blanco para escapar ni siquiera un hada madrina, su varita mágica no soltaba polvo de estrellas, si no humo.
Puso punto y final a un cuento maravilloso en el papel, e increíblemente doloroso en la realidad, ya se sabe, las películas basadas en libros son siempre malísimas.
Y se marchó, aquel príncipe que, de algún modo jamás logró serlo, se perdió en las arenas del tiempo, en otro continente, en otra ciudad.
Ella, se disfrazó de bruja, a veces el malo es el que mejor se lo pasa, y salió a la vida, sonrió y se propuso seguir levantándole la ceja a cualquier ser encantado o encantador que pasase por su lado, quiso adoptar esa cara irónica de la vida que tanto, a veces le pesaba, pero al fin y al cabo su escoba era mucho más cómoda que cualquier caballo rescatador.
sábado, 30 de octubre de 2010
La chica torbellino adora caerse.
Es preocupante, supongo, saber que hay personas que tienen la misma fuerza que un huracán para arrasar todo a su paso: mentiras, consejos, canciones, soledades, alegrías, personas...
Pero, con la misma fuerza que pasan por tu lado, de repente, se desmoronan, y se ponen a llorar sentadas en una esquina cualquiera.
Así era ella, la chica torbellino, tenia una personalidad especialmente desgarradora, todo lo que estaba a su alrededor carecía de importancia cuando se lo proponía, los chicos caían a sus pies como moscas, atraídas por el brillo de sus ojos, pero de repente, toda esa fuerza, todo ese coraje, toda esa grandeza, se volvía chiquitita y, escondida del mundo se metía debajo de la cama para que nada pudiese hacerle daño.
Ella, y sus absurdas maneras de esconderse de su propia conciencia.
Cuando paseaba su ironía por los pasillos del sur, ese sur que ya no le era conocido, de vez en cuando, ponía una piedra en su camino, y tropezaba con su propio sarcasmo, para caer así en su tan ansiada melancolía.
Y es que, para ella la felicidad nunca lo fue, sin grandes atisbos de infelicidad.
La chica torbellino echaba de menos la suavidad de unas manos, desnudar sin pudor su cuerpo, desabrochar cada botón de su alma sin miedo a que nadie conociese esos pequeños detalles que la hacían tan corriente como cualquiera.
A veces, cuando se caía, se levantaba rápidamente y corría lejos, mirando a cada paso por si alguien había visto su decepción por el suelo, otras, sin embargo, prefería arrastrarse un poco más, ¿qué más daba si se manchaba su vestido con mentiras piadosas?
Hoy, la chica torbellino adora caerse, hoy más que nunca, se sabía de memoria ese camino pedregoso que era su vida, pero no tenía ganas de ponérselo fácil, la vida sin problemas sería un absurdo, aburrida, ¿no creen?
Quizás algún día encuentre a alguien que la ayude a saltar sin problemas sus propios miedos, a hacer crecer su autoestima, y a darle la mano para que no siga tropezando, de mientras, la chica torbellino busca sin vergüenza nuevas piedras para dejarse caer.
Pero, con la misma fuerza que pasan por tu lado, de repente, se desmoronan, y se ponen a llorar sentadas en una esquina cualquiera.
Así era ella, la chica torbellino, tenia una personalidad especialmente desgarradora, todo lo que estaba a su alrededor carecía de importancia cuando se lo proponía, los chicos caían a sus pies como moscas, atraídas por el brillo de sus ojos, pero de repente, toda esa fuerza, todo ese coraje, toda esa grandeza, se volvía chiquitita y, escondida del mundo se metía debajo de la cama para que nada pudiese hacerle daño.
Ella, y sus absurdas maneras de esconderse de su propia conciencia.
Cuando paseaba su ironía por los pasillos del sur, ese sur que ya no le era conocido, de vez en cuando, ponía una piedra en su camino, y tropezaba con su propio sarcasmo, para caer así en su tan ansiada melancolía.
Y es que, para ella la felicidad nunca lo fue, sin grandes atisbos de infelicidad.
La chica torbellino echaba de menos la suavidad de unas manos, desnudar sin pudor su cuerpo, desabrochar cada botón de su alma sin miedo a que nadie conociese esos pequeños detalles que la hacían tan corriente como cualquiera.
A veces, cuando se caía, se levantaba rápidamente y corría lejos, mirando a cada paso por si alguien había visto su decepción por el suelo, otras, sin embargo, prefería arrastrarse un poco más, ¿qué más daba si se manchaba su vestido con mentiras piadosas?
Hoy, la chica torbellino adora caerse, hoy más que nunca, se sabía de memoria ese camino pedregoso que era su vida, pero no tenía ganas de ponérselo fácil, la vida sin problemas sería un absurdo, aburrida, ¿no creen?
Quizás algún día encuentre a alguien que la ayude a saltar sin problemas sus propios miedos, a hacer crecer su autoestima, y a darle la mano para que no siga tropezando, de mientras, la chica torbellino busca sin vergüenza nuevas piedras para dejarse caer.
miércoles, 13 de octubre de 2010
Datos anti-personales.
Allí estaba ella, acababa de apagar su última colilla y soltaba el humo con parsimonia, como si no estuviese esperando nada, pero, su vida siempre se basó en esperar.
Se limpiaba el rimel que resbalaba por su mejilla, nunca consiguió verse elegante a los ojos del tiempo, su desorden e inestabilidad era el reflejo de su estilo.
Se encendió otro cigarro, respiró tres veces, y lo que antes fue una profunda tristeza se convirtió en una sonrisa enlatada, ella, y su manía de intentar esconder los escombros de un corazón roto que empezaba a tardar en reconstruir.
Era una persona difícil, cambiante, ahora está de buenas y sus ojos marrones desbordan alegría y ahora está de malas y sus ojos se vuelven negros como la noche.
Se levantó, intentó recordar algunos versos que la tranquilizasen, cómo no, Neruda, siempre Neruda, cuando se perdía se buscaba en sus versos, en unos labios de alguna rana, que algún día fue príncipe azul
La soledad marcó su vida, y así decidió caminar, sola, de tarde en tarde, cuando las voces de alrededor le impedían escucharse a si misma, se subía a una ventana y dejaba volar el tiempo junto con su imaginación escuchando Sabina, siempre Sabina, y es que, según ella, ya no quedaban hombres como él.
Al llegar a casa se acostó, prometiéndose, como cada domingo dar un cambio a su vida, soñar en tecnicolor con una vida llena de felicidad y armonía, donde la indiferencia marcase su camino, un camino ahora con gente en cada parada.
Estaba bien eso de convertir cada fin de semana a un príncipe en rana en la primera cita, pero era absurdo llegar a casa y echar de menos el calor de unas sábanas que nunca fueron compartidas.
Así pues, al lunes siguiente, sin dejar de lado su estilo desordenado y estrambótico, se miró al espejo, se puso elegante y caminó con la cabeza alta, dejando atras los residuos de una vida oscura y sin éxito, para dar paso a una gratificante aunque no menos dolorosa verdad.
Se enamoró, y aunque jamás dejaría de escribir en papel sus mayores sueños frustrados ni de fumar, ni de escuchar a Sabina, ni de leer a Neruda, se convirtió en una persona nueva, alegre, extrovertida, y tan sumamente sincera y ácida que dolía.
A veces pisoteaba su orgullo frente a miradas extrañas, bajo las voces que le gritaban que era diferente.
Hasta su último cabello ahora negro, rebosaba ironía y sarcasmo esporádico, era una chica natural, sus pensamientos puestos en palabras solían estar desnudos, sin esconder casi nunca nada.
De pequeña, fue una niña rara, de mayor, fue una mujer complicada.
Pese a su rápida madurez por los cientos de tropiezos que le hizo dar la vida de vez en cuando necesitaba subirse a la ventana, y dibujar mentiras en el aire
Nunca más se limpió el rimel de la mejilla, puesto que paseaba orgullosa sus lágrimas, esas, que ahora desbordaban momentos de lucidez y desfase.
Se limpiaba el rimel que resbalaba por su mejilla, nunca consiguió verse elegante a los ojos del tiempo, su desorden e inestabilidad era el reflejo de su estilo.
Se encendió otro cigarro, respiró tres veces, y lo que antes fue una profunda tristeza se convirtió en una sonrisa enlatada, ella, y su manía de intentar esconder los escombros de un corazón roto que empezaba a tardar en reconstruir.
Era una persona difícil, cambiante, ahora está de buenas y sus ojos marrones desbordan alegría y ahora está de malas y sus ojos se vuelven negros como la noche.
Se levantó, intentó recordar algunos versos que la tranquilizasen, cómo no, Neruda, siempre Neruda, cuando se perdía se buscaba en sus versos, en unos labios de alguna rana, que algún día fue príncipe azul
La soledad marcó su vida, y así decidió caminar, sola, de tarde en tarde, cuando las voces de alrededor le impedían escucharse a si misma, se subía a una ventana y dejaba volar el tiempo junto con su imaginación escuchando Sabina, siempre Sabina, y es que, según ella, ya no quedaban hombres como él.
Al llegar a casa se acostó, prometiéndose, como cada domingo dar un cambio a su vida, soñar en tecnicolor con una vida llena de felicidad y armonía, donde la indiferencia marcase su camino, un camino ahora con gente en cada parada.
Estaba bien eso de convertir cada fin de semana a un príncipe en rana en la primera cita, pero era absurdo llegar a casa y echar de menos el calor de unas sábanas que nunca fueron compartidas.
Así pues, al lunes siguiente, sin dejar de lado su estilo desordenado y estrambótico, se miró al espejo, se puso elegante y caminó con la cabeza alta, dejando atras los residuos de una vida oscura y sin éxito, para dar paso a una gratificante aunque no menos dolorosa verdad.
Se enamoró, y aunque jamás dejaría de escribir en papel sus mayores sueños frustrados ni de fumar, ni de escuchar a Sabina, ni de leer a Neruda, se convirtió en una persona nueva, alegre, extrovertida, y tan sumamente sincera y ácida que dolía.
A veces pisoteaba su orgullo frente a miradas extrañas, bajo las voces que le gritaban que era diferente.
Hasta su último cabello ahora negro, rebosaba ironía y sarcasmo esporádico, era una chica natural, sus pensamientos puestos en palabras solían estar desnudos, sin esconder casi nunca nada.
De pequeña, fue una niña rara, de mayor, fue una mujer complicada.
Pese a su rápida madurez por los cientos de tropiezos que le hizo dar la vida de vez en cuando necesitaba subirse a la ventana, y dibujar mentiras en el aire
Nunca más se limpió el rimel de la mejilla, puesto que paseaba orgullosa sus lágrimas, esas, que ahora desbordaban momentos de lucidez y desfase.
sábado, 2 de octubre de 2010
Patadas.
Miénteme, dime que todo será igual aunque no estemos debajo de tus sábanas, que no fui tu segunda opción, que, de hecho, nunca hubo otra opción que no fuese yo.
Átame las manos con tus embustes, cóseme el alma a patadas.
Nunca fui primer plato, para mi tu siempre fuiste el postre, lo que te endulza ese almuerzo que no te gusta, tú, que sabes a chocolate, fresas, vinagre y rosas.
Ahora, adoptas la bulimia como método para amar, vomitas su figura para poder tener hueco para la mía.
Hace tiempo que dejé de ser sumisa entre tus brazos, ya no me acongoja tus desaires, sus palabras sin maldad rebosantes de malicia no hieren mi estómago.
Ya no me importa ser tu primer, segundo o tercer plato, como si quieres que sea el postre que te dejas a medias porque ya no tienes más hambre, da igual.
Soy voluble, puedo, si quiero, convertirme en el cigarro de después de cenar, aunque sepa que no fumas y todo lo que ello conlleva.
Aunque me desvanezca en el cenicero, aunque me desvanezca en tus palabras comprometedoras.
No te creo, ¿por qué tengo que hacerlo?
Eras ruin, cruel, un mal amigo, un mal ejemplo.
Y ahora, ahora he de creer tus falacias.
Ahora debo acallar las voces que gritan que sigo siendo tu estúpida colilla, que no es verdad eso de que ¨ nunca hubo otra opción que no fuese yo ¨
Pude esperar a que le abrocharas el sujetador para volver a mis brazos, pude oler su aroma en tu cuerpo desnudo, pude, y quizás puedo, pero no quiero.
Grítame la verdad, desata mis manos de tus embustes, deja de coser mi alma a patadas.
Átame las manos con tus embustes, cóseme el alma a patadas.
Nunca fui primer plato, para mi tu siempre fuiste el postre, lo que te endulza ese almuerzo que no te gusta, tú, que sabes a chocolate, fresas, vinagre y rosas.
Ahora, adoptas la bulimia como método para amar, vomitas su figura para poder tener hueco para la mía.
Hace tiempo que dejé de ser sumisa entre tus brazos, ya no me acongoja tus desaires, sus palabras sin maldad rebosantes de malicia no hieren mi estómago.
Ya no me importa ser tu primer, segundo o tercer plato, como si quieres que sea el postre que te dejas a medias porque ya no tienes más hambre, da igual.
Soy voluble, puedo, si quiero, convertirme en el cigarro de después de cenar, aunque sepa que no fumas y todo lo que ello conlleva.
Aunque me desvanezca en el cenicero, aunque me desvanezca en tus palabras comprometedoras.
No te creo, ¿por qué tengo que hacerlo?
Eras ruin, cruel, un mal amigo, un mal ejemplo.
Y ahora, ahora he de creer tus falacias.
Ahora debo acallar las voces que gritan que sigo siendo tu estúpida colilla, que no es verdad eso de que ¨ nunca hubo otra opción que no fuese yo ¨
Pude esperar a que le abrocharas el sujetador para volver a mis brazos, pude oler su aroma en tu cuerpo desnudo, pude, y quizás puedo, pero no quiero.
Grítame la verdad, desata mis manos de tus embustes, deja de coser mi alma a patadas.
domingo, 26 de septiembre de 2010
Un universo de pequeñas cosas.
Jugué con tu pelo y con tu sonrisa, escondidos bajo las sabánas de tu cama, esas, que se convierten en nuestra guarida, en nuestro pequeño universo. Te canté una canción que, puesta en mis labios quedaba un tanto extraña, me miraste y te reiste, puestos a presumir, se hacerte reir con facilidad.
Correspondiste mi canción con otra, no me sorprendió, a veces eres un tanto predecible, pero igualmente me propuse sacar frases de contexto e imaginarme (nos) en una azotea cualquiera, lloviendo, siempre deberá llover cuando estemos juntos, tú decías lo que yo quería escuchar, y yo, bueno, me dejaba llevar, entonces mis palabras salían de mi boca, y te hacía feliz escuchar todo aquello que me llevas preguntando desde hace unas semanas, palabras sanas, sin ningún pero.
Tú, que ahora empiezas a bucear de nuevo en mis ojos negros, yo, que cansada de nadar terminé ahogándome en tus pupilas.
Intenta salvarme de mi misma, intenta hacer que vuelva a perderme en tu cuerpo sin miedo, haz que todo sea fácil fuera de tus sábanas, de nuestro pequeño universo.
Haz que pueda agarrarte la mano y susurrarte al oído otro tipo de canciones, convierte el universo en sí, en el nuestro.
Quítame mi armadura junto con mi ropa, desabrocha cada botón de inseguridad que guarda mi alma.
Tírame un salvavidas a tus ojos.
Correspondiste mi canción con otra, no me sorprendió, a veces eres un tanto predecible, pero igualmente me propuse sacar frases de contexto e imaginarme (nos) en una azotea cualquiera, lloviendo, siempre deberá llover cuando estemos juntos, tú decías lo que yo quería escuchar, y yo, bueno, me dejaba llevar, entonces mis palabras salían de mi boca, y te hacía feliz escuchar todo aquello que me llevas preguntando desde hace unas semanas, palabras sanas, sin ningún pero.
Tú, que ahora empiezas a bucear de nuevo en mis ojos negros, yo, que cansada de nadar terminé ahogándome en tus pupilas.
Intenta salvarme de mi misma, intenta hacer que vuelva a perderme en tu cuerpo sin miedo, haz que todo sea fácil fuera de tus sábanas, de nuestro pequeño universo.
Haz que pueda agarrarte la mano y susurrarte al oído otro tipo de canciones, convierte el universo en sí, en el nuestro.
Quítame mi armadura junto con mi ropa, desabrocha cada botón de inseguridad que guarda mi alma.
Tírame un salvavidas a tus ojos.
sábado, 4 de septiembre de 2010
Puestos a ser valientes...
En tu cama.
No existe el miedo, ni las personas, ni los recuerdos, ni el qué dirán.
No existe el verbo amar ni deber no existen los quizás ni el mañana.
No hay oscuridad en tu cuarto, en tu cama, mis fantasmas se evaporan para dar paso a los tuyos.
En tu cama, solo existimos tú y yo, ¡ah! Y tu almohada.
Sin compromisos, sin besos complicados, sin palabras comprometedoras.
En tu cama, el sexo no es sexo, es amistad cuerpo a cuerpo.
Usemos la ironía como vía de escape, sustituyamos el remordimiento por risas estridentes.
En tu cama soy yo, y mis temores se relían por tus sábanas.
No existe el miedo, ni las personas, ni los recuerdos, ni el qué dirán.
No existe el verbo amar ni deber no existen los quizás ni el mañana.
No hay oscuridad en tu cuarto, en tu cama, mis fantasmas se evaporan para dar paso a los tuyos.
En tu cama, solo existimos tú y yo, ¡ah! Y tu almohada.
Sin compromisos, sin besos complicados, sin palabras comprometedoras.
En tu cama, el sexo no es sexo, es amistad cuerpo a cuerpo.
Usemos la ironía como vía de escape, sustituyamos el remordimiento por risas estridentes.
En tu cama soy yo, y mis temores se relían por tus sábanas.
martes, 31 de agosto de 2010
Aquello que me diste.
Nos fundimos, en los mismos metros cuadrados que hace tanto tiempo dejamos de usar como lecho. En el mismo lugar donde tanto sudor, risas y miradas compartimos.
Y esque, joder, hemos compartido tantísimas cosas...
Me estremezco, me besas, ya no es como antes, empiezo a odiar esa frase. Tú, que ya no eres tú, y yo, que ya nose ni quien soy.
Suena una canción, nuestra canción, otra que me recuerda a ti, otra que te recuerda a mi, otra que hace que nos pongamos a llorar, abrazados, dos amantes ahora extraños, que, más tarde o más temprano el tiempo borrará.
Perdóname si alguna vez perdí la compostura, es cierto que hago las cosas más difíciles, y esque, como ya sabes, las cosas fáciles me aburren.
Lloro escribiendo estas líneas, como todas aquellas cosas que te escribí, a ti, Peteriví.
Tú, que siempre estuviste ahí, llegué a odiarte, el mundo siguió girando cuando pediste que me fuera, y lo hice, me fui, escapé de tus redes, de tu trampa de mentiras y pasión.
Y ahora que iba concentrada en caminar hacia delante mientras pisaba fuerte, volviste, y tocaste mi alma con cada una de esas caricias, secaste mis ojos mientras cantabas, susurrando, en mi oido.
No tengo palabras, conserva todo aquello que me diste, guárdatelo bien dentro, pero no lo compartas aún conmigo, hoy, me siento débil, shiquituha entre tus brazos, y echo de menos tus palabras.
Cometeré un error si grito tu nombre a los cuatro vientos, lo sé, lo sabes, todos lo saben.
Yo ya no soy para ti, y tú...bueno, tú hace tiempo que dejaste de ser mio.
-Me voy.
-Hace tiempo que te fuiste.
Y me vuelvo a estremecer, a ti tampoco te gustan las cosas fáciles, pero, Cariño, la lucha cansa, y caí rendida en otra tierra que no era la mía.
No me arrepiento, y, se con certeza que mis palabras hieren aquél corazón partio que cantaba ese Alejandro Sanz.
No se si está bien o esta mal, pero...sigamos siendo cómplices en compañía.
Y esque, joder, hemos compartido tantísimas cosas...
Me estremezco, me besas, ya no es como antes, empiezo a odiar esa frase. Tú, que ya no eres tú, y yo, que ya nose ni quien soy.
Suena una canción, nuestra canción, otra que me recuerda a ti, otra que te recuerda a mi, otra que hace que nos pongamos a llorar, abrazados, dos amantes ahora extraños, que, más tarde o más temprano el tiempo borrará.
Perdóname si alguna vez perdí la compostura, es cierto que hago las cosas más difíciles, y esque, como ya sabes, las cosas fáciles me aburren.
Lloro escribiendo estas líneas, como todas aquellas cosas que te escribí, a ti, Peteriví.
Tú, que siempre estuviste ahí, llegué a odiarte, el mundo siguió girando cuando pediste que me fuera, y lo hice, me fui, escapé de tus redes, de tu trampa de mentiras y pasión.
Y ahora que iba concentrada en caminar hacia delante mientras pisaba fuerte, volviste, y tocaste mi alma con cada una de esas caricias, secaste mis ojos mientras cantabas, susurrando, en mi oido.
No tengo palabras, conserva todo aquello que me diste, guárdatelo bien dentro, pero no lo compartas aún conmigo, hoy, me siento débil, shiquituha entre tus brazos, y echo de menos tus palabras.
Cometeré un error si grito tu nombre a los cuatro vientos, lo sé, lo sabes, todos lo saben.
Yo ya no soy para ti, y tú...bueno, tú hace tiempo que dejaste de ser mio.
-Me voy.
-Hace tiempo que te fuiste.
Y me vuelvo a estremecer, a ti tampoco te gustan las cosas fáciles, pero, Cariño, la lucha cansa, y caí rendida en otra tierra que no era la mía.
No me arrepiento, y, se con certeza que mis palabras hieren aquél corazón partio que cantaba ese Alejandro Sanz.
No se si está bien o esta mal, pero...sigamos siendo cómplices en compañía.
jueves, 26 de agosto de 2010
Indiferencia.
Busca una respuesta a todas esas preguntas que aun nisiquiera te has planteado.
¿Cambiarías algo de tu pasado? ¿o preferirías cometer exactamente los mismos fallos que antaño solo para serte fiel a ti misma?
Hacer daño no es gratis, siempre trae complicaciones, la vida, en sí, y sus desdichas.
El tiempo corre, y tú a veces puedes quedarte por el camino, o él, o ella, o cualquier persona que cruce una simple mirada contigo.
Bañarte en indiferencia puede ser el problema, pero porqué no, también la solución.
Vives, y esperas una llamada, un beso, una flor, vives, esperando, y es ahí cuando te olvidas de vivir, y todo te sabe a poco, ya no quieres una llamada porque si, quieres una llamada de buenas noches, y otra de buenos días, ¿un beso? una miseria pudiendo poseer todo su cuerpo y desgastar sus labios junto a los tuyos, una flor se queda pequeña frente a la belleza de un ramo.
Vives, sin más, con sueños que no se cumplen, con ilusiones que vuelan lejos, con amores imposibles que se quedan en tu almohada.
Sal a la vida, y no esperes nada, pero no dejes tampoco que nadie espere nada de ti, ya sabes, la indiferencia puede ser el problema o la solución.
¿Cambiarías algo de tu pasado? ¿o preferirías cometer exactamente los mismos fallos que antaño solo para serte fiel a ti misma?
Hacer daño no es gratis, siempre trae complicaciones, la vida, en sí, y sus desdichas.
El tiempo corre, y tú a veces puedes quedarte por el camino, o él, o ella, o cualquier persona que cruce una simple mirada contigo.
Bañarte en indiferencia puede ser el problema, pero porqué no, también la solución.
Vives, y esperas una llamada, un beso, una flor, vives, esperando, y es ahí cuando te olvidas de vivir, y todo te sabe a poco, ya no quieres una llamada porque si, quieres una llamada de buenas noches, y otra de buenos días, ¿un beso? una miseria pudiendo poseer todo su cuerpo y desgastar sus labios junto a los tuyos, una flor se queda pequeña frente a la belleza de un ramo.
Vives, sin más, con sueños que no se cumplen, con ilusiones que vuelan lejos, con amores imposibles que se quedan en tu almohada.
Sal a la vida, y no esperes nada, pero no dejes tampoco que nadie espere nada de ti, ya sabes, la indiferencia puede ser el problema o la solución.
lunes, 23 de agosto de 2010
Málaga.
Sentados en la estación soñábamos en tecnicolor con un futuro que nos parecía demasiado corto.
Tú tocarías en New York, mientras yo me preparaba el guion en una cafetería cualquiera de Hollywood.
-Llegaré a lo más alto.
Y no lo dudo, tienes fuerza, tienes alma, tienes todo el corage que se puede desear, más allá de la oscuridad el cielo para ti, siempre será azul.
Tan optimista, me encantas.
Seguíamos esperando nuestro particular transporte despues de un fin de semana lleno de desvaríos y risas varias, cuando te prometiste a ti mismo, en voz alta y serena que dentro de quince años transmitirías paz, alegría y tristeza a todo aquel que quisiese escuchar tu melodía, pero aún no te das cuenta, que ya transmites paz con tu risa, y alegría con tu mirada, tienes el don de la tenacidad, todo aquello que te propongas será para ti, jamás lo dudaré.
Prometí escribirte algo, y, en cierto modo no tengo palabras extravagantes con las que poder alabar tu persona, se me acaban las ideas junto con el tabaco, y es absurdo buscar en algún diccionario alguna palabra que me llene más el corazón de orgullo que llamarte Primo y saber que siempre estarás ahí.
Sigue tocando, trombonista, sigue llenándonos la cabeza con sueños en tecnicolor y dándonos la fuerza necesaria para luchar por nuestro camino.
Sigue trepando para llegar a lo más alto, mientras yo, seguiré escribiendo aunque sea sentada en alguna cafetería cualquiera de Campillos.
Tú tocarías en New York, mientras yo me preparaba el guion en una cafetería cualquiera de Hollywood.
-Llegaré a lo más alto.
Y no lo dudo, tienes fuerza, tienes alma, tienes todo el corage que se puede desear, más allá de la oscuridad el cielo para ti, siempre será azul.
Tan optimista, me encantas.
Seguíamos esperando nuestro particular transporte despues de un fin de semana lleno de desvaríos y risas varias, cuando te prometiste a ti mismo, en voz alta y serena que dentro de quince años transmitirías paz, alegría y tristeza a todo aquel que quisiese escuchar tu melodía, pero aún no te das cuenta, que ya transmites paz con tu risa, y alegría con tu mirada, tienes el don de la tenacidad, todo aquello que te propongas será para ti, jamás lo dudaré.
Prometí escribirte algo, y, en cierto modo no tengo palabras extravagantes con las que poder alabar tu persona, se me acaban las ideas junto con el tabaco, y es absurdo buscar en algún diccionario alguna palabra que me llene más el corazón de orgullo que llamarte Primo y saber que siempre estarás ahí.
Sigue tocando, trombonista, sigue llenándonos la cabeza con sueños en tecnicolor y dándonos la fuerza necesaria para luchar por nuestro camino.
Sigue trepando para llegar a lo más alto, mientras yo, seguiré escribiendo aunque sea sentada en alguna cafetería cualquiera de Campillos.
miércoles, 18 de agosto de 2010
Sandeces Varias.
El verano se acaba, como se acaban tantísimas cosas a mi alrededor.
Algunas cosas se quedan, en mi memoria, en mi pared, en mi armario, otras sin embargo dejo que se las lleve el levante.
El sur, ya sabes, es lo que tiene.
El aire huele a humedad, es extraño, el invierno se marchó no hace mucho, pero ya desea volver. ¡Puto cambio climático!
Ahora que el sol secaba mis mejillas se vuelve a esconder tras las nubes, esas de humo y desfase que en noches como esta empiezo a echar de menos.
Situaciones difíciles que vivir, otras demasiado fáciles, pero al final, todo se termina complicando, o bueno, simplemente se termina, qué se yo.
Saco mi libro, aquel Neruda de hace tanto tiempo, sigue siendo el mismo, nosotros, los de entonces, ya no. Leo, y leo y vuelvo a leer sus palabras. ! Cómo me hubiese gustado tomarme un café con este hombre y preguntarle por todos esos crepúsculos que tantísimo nombra en sus versos¡ Vuelvo a leer ¨ Eres tú la culpable de este juego sangriento ¨ lo adoro.
Saco un cigarro y fumo, va a ser verdad eso de que todo es bonito hasta que se vuelve necesario, vaya, creo que me lo voy a tatuar.
Miro por mi ventana, expulso el aire, vuelvo a mirar, sigo mirando, adoro esta calle, ver el mar a diario es algo realmente extraordinario.
Mañana cogeré el tren, otro más, hay veces que el cielo se nubla por Cádiz y merece la pena escabullirse unos días, charlar con gente nueva, escribir de nuevo, todas esas sensaciones difíciles que con el tiempo te parecen sacadas de una comedia americana.
Pongo música ¨ Butterfly ¨ ¡Qué canción tan sexy! Me regodeo en sus palabras: lo tienes todo, lo tienes todo.
Quizás algún día Jason Mraz me la cante al oído, quizás ese día me derrita cuán colegiala, bueno, aún sigo siendo colegiala, ¿no? Tengo el derecho de derretirme cuando alguien me cante una canción sexy al oído, dejando el rollo romántico a un lado, hace tiempo que dejé de escuchar empalagoseos en la radio, hace tiempo que perdí la esperanza de escuchar una canción de ese estilo en los labios de algún que otro príncipe azul.
Supongo, que como dice un gran amigo mio, el amor se acaba el tercer mes, las personas acaban juntas por la inercia de no sentirse solos.
Hablando de soledades, a veces está bien tener tiempo para leer Neruda, fumar, mirar por la ventana y regodearse con canciones subiditas de tono, otras sin embargo, duele saber que nadie te llamará bonita cada día.
Bah, dejando las sandeces a un lado, he de decir que nadie necesita que la llamen bonita cada día, y cuando lo necesite...sigo siendo una colegiala, seguro que habrá alguien por ahí con ganas de soltar algún que otro ¨ quédate a dormir ¨.
Cuando cumpla los treinta y deje de ser una colegiala soñadora, espero que aparezca algún Jason en mi vida, aunque bueno, también puedo mirarme al espejo y llamarme bonita cuando a mi me de la gana.
Algunas cosas se quedan, en mi memoria, en mi pared, en mi armario, otras sin embargo dejo que se las lleve el levante.
El sur, ya sabes, es lo que tiene.
El aire huele a humedad, es extraño, el invierno se marchó no hace mucho, pero ya desea volver. ¡Puto cambio climático!
Ahora que el sol secaba mis mejillas se vuelve a esconder tras las nubes, esas de humo y desfase que en noches como esta empiezo a echar de menos.
Situaciones difíciles que vivir, otras demasiado fáciles, pero al final, todo se termina complicando, o bueno, simplemente se termina, qué se yo.
Saco mi libro, aquel Neruda de hace tanto tiempo, sigue siendo el mismo, nosotros, los de entonces, ya no. Leo, y leo y vuelvo a leer sus palabras. ! Cómo me hubiese gustado tomarme un café con este hombre y preguntarle por todos esos crepúsculos que tantísimo nombra en sus versos¡ Vuelvo a leer ¨ Eres tú la culpable de este juego sangriento ¨ lo adoro.
Saco un cigarro y fumo, va a ser verdad eso de que todo es bonito hasta que se vuelve necesario, vaya, creo que me lo voy a tatuar.
Miro por mi ventana, expulso el aire, vuelvo a mirar, sigo mirando, adoro esta calle, ver el mar a diario es algo realmente extraordinario.
Mañana cogeré el tren, otro más, hay veces que el cielo se nubla por Cádiz y merece la pena escabullirse unos días, charlar con gente nueva, escribir de nuevo, todas esas sensaciones difíciles que con el tiempo te parecen sacadas de una comedia americana.
Pongo música ¨ Butterfly ¨ ¡Qué canción tan sexy! Me regodeo en sus palabras: lo tienes todo, lo tienes todo.
Quizás algún día Jason Mraz me la cante al oído, quizás ese día me derrita cuán colegiala, bueno, aún sigo siendo colegiala, ¿no? Tengo el derecho de derretirme cuando alguien me cante una canción sexy al oído, dejando el rollo romántico a un lado, hace tiempo que dejé de escuchar empalagoseos en la radio, hace tiempo que perdí la esperanza de escuchar una canción de ese estilo en los labios de algún que otro príncipe azul.
Supongo, que como dice un gran amigo mio, el amor se acaba el tercer mes, las personas acaban juntas por la inercia de no sentirse solos.
Hablando de soledades, a veces está bien tener tiempo para leer Neruda, fumar, mirar por la ventana y regodearse con canciones subiditas de tono, otras sin embargo, duele saber que nadie te llamará bonita cada día.
Bah, dejando las sandeces a un lado, he de decir que nadie necesita que la llamen bonita cada día, y cuando lo necesite...sigo siendo una colegiala, seguro que habrá alguien por ahí con ganas de soltar algún que otro ¨ quédate a dormir ¨.
Cuando cumpla los treinta y deje de ser una colegiala soñadora, espero que aparezca algún Jason en mi vida, aunque bueno, también puedo mirarme al espejo y llamarme bonita cuando a mi me de la gana.
martes, 17 de agosto de 2010
Moribunda.
Notaste su respiración cerca de tu boca, lo deseaste, deseaste su cuerpo, sus labios, sus manos...
No está bien, te repetiste, no es justo para él, no se lo merece, la mentira no lleva a ninguna parte, pero la atracción era fuerte, y no te pudiste resistir mucho tiempo.
Caíste en su trampa, y te dejaste seducir por su encanto.
Le besaste, no era quizás lo que te esperabas, pero él ya nunca volvería a ti y era hora, entonces, de olvidar el pasado en brazos de un encantador embustero.
Sus palabras parecían sacadas de un cuento, sus caricias eran las más dulces que tu cuerpo jamás sintió, pero esos no eran los latidos de su corazón.
Igualmente lo hiciste, sus dientes marcaban tu espalda, tus besos calmaban su respiración, te sometiste a él cual débil presa, y te encantó.
Te sentiste libre, dejaste volar tu cuerpo y tu sonrisa, te guardaste en lo más hondo cada una de esas miradas lascivas mezcladas con dulzura.
Quizás, pensaste, le estoy siendo infiel, tenías dudas, pero lo que sí sabías con certeza era que te estabas siendo fiel a ti misma y eso te hacía feliz.
Era otro hombre, otra cama, otra ciudad, él jamás se enteraría de tu traición, y porqué no, pensaste, suena divertido.
Se metió dentro de ti, y se te antojó extraño, aunque emocionante, hicisteis el amor un largo rato hasta que, entre gemido y gemido, risa y risa le preguntaste:
-¿No te sientes culpable?
-Un poco.
Y siguió besándote, te encantaban sus besos, rebosaban ternura, ese chico era un encanto, y te ofreció entre copa y copa el cariño que necesitabas desde hacía demasiado tiempo.
Os echasteis a dormir, bueno, a intentarlo.
Su mano en tu cuerpo desnudo te hacía estremecerte.
-¿La quieres?
-Sí, bueno, ya no es como antes.
Ya no es como antes, ya no es como antes, ya no es como antes. Esas palabras resonaron en tu cabeza, ya nada era como antes, era absurdo echar de menos un pasado que jamás volvería al presente.
-Y tú, ¿te sientes culpable?
-Ahora mismo no, mañana la resaca me sabrá a tabaco, culpabilidad y decepción.
Rió, tenía una sonrisa preciosa, todo en él, esa noche se te antojaba precioso.
-¿Lo quieres?
-Sí, pero me he cansado de querer, en un esfuerzo inútil, que todo sea como antes.
Se te puso encima, temblaba.
-Ten cuidado cuando hables con él, a ver si le vas a llamar por mi nombre.
-No te preocupes, os llamáis igual, soy una chica inteligente.
Te besó, otra vez, y otra y otra, y volvisteis a hacer el amor hasta que el reloj marcó el mediodía.
-¿Sabes? Es la primera vez que hago esto.
-Yo no.
-Me gusta, nos servimos de consuelo.
Y te dormiste, en unos brazos ajenos, cansada, agotada y moribunda.
No está bien, te repetiste, no es justo para él, no se lo merece, la mentira no lleva a ninguna parte, pero la atracción era fuerte, y no te pudiste resistir mucho tiempo.
Caíste en su trampa, y te dejaste seducir por su encanto.
Le besaste, no era quizás lo que te esperabas, pero él ya nunca volvería a ti y era hora, entonces, de olvidar el pasado en brazos de un encantador embustero.
Sus palabras parecían sacadas de un cuento, sus caricias eran las más dulces que tu cuerpo jamás sintió, pero esos no eran los latidos de su corazón.
Igualmente lo hiciste, sus dientes marcaban tu espalda, tus besos calmaban su respiración, te sometiste a él cual débil presa, y te encantó.
Te sentiste libre, dejaste volar tu cuerpo y tu sonrisa, te guardaste en lo más hondo cada una de esas miradas lascivas mezcladas con dulzura.
Quizás, pensaste, le estoy siendo infiel, tenías dudas, pero lo que sí sabías con certeza era que te estabas siendo fiel a ti misma y eso te hacía feliz.
Era otro hombre, otra cama, otra ciudad, él jamás se enteraría de tu traición, y porqué no, pensaste, suena divertido.
Se metió dentro de ti, y se te antojó extraño, aunque emocionante, hicisteis el amor un largo rato hasta que, entre gemido y gemido, risa y risa le preguntaste:
-¿No te sientes culpable?
-Un poco.
Y siguió besándote, te encantaban sus besos, rebosaban ternura, ese chico era un encanto, y te ofreció entre copa y copa el cariño que necesitabas desde hacía demasiado tiempo.
Os echasteis a dormir, bueno, a intentarlo.
Su mano en tu cuerpo desnudo te hacía estremecerte.
-¿La quieres?
-Sí, bueno, ya no es como antes.
Ya no es como antes, ya no es como antes, ya no es como antes. Esas palabras resonaron en tu cabeza, ya nada era como antes, era absurdo echar de menos un pasado que jamás volvería al presente.
-Y tú, ¿te sientes culpable?
-Ahora mismo no, mañana la resaca me sabrá a tabaco, culpabilidad y decepción.
Rió, tenía una sonrisa preciosa, todo en él, esa noche se te antojaba precioso.
-¿Lo quieres?
-Sí, pero me he cansado de querer, en un esfuerzo inútil, que todo sea como antes.
Se te puso encima, temblaba.
-Ten cuidado cuando hables con él, a ver si le vas a llamar por mi nombre.
-No te preocupes, os llamáis igual, soy una chica inteligente.
Te besó, otra vez, y otra y otra, y volvisteis a hacer el amor hasta que el reloj marcó el mediodía.
-¿Sabes? Es la primera vez que hago esto.
-Yo no.
-Me gusta, nos servimos de consuelo.
Y te dormiste, en unos brazos ajenos, cansada, agotada y moribunda.
sábado, 24 de julio de 2010
Nostalgia.
Pasan las horas, y te extraño, el ron borro el sabor de tu cuerpo en mis labios, y solo me queda una imagen de tu rostro en la cima, y joder, está distrorsionada.
Tú te vas, yo me quedo, y, aunque hace dos días de nuestra despedida hace dos meses que empecé a echarte de menos.
Soñé que me agarrabas la mano y no me dejabas ir, pero no me sorprendió tu simple ¨adios¨ puesto que eres así, orgulloso y pueril, distante y frio, celoso y como una piedra.
Tus motivos son iguales que los que yo te di no hace tanto tiempo, mi condición equivalente a la tuya, aunque menos extremista, mi elección, ahora veo, fue la equivocada.
No te tengo rencor, las cosas pasan, y despues se acaban, puedes ahorrarte los ¨te quiero¨ de consuelo, se que no es lo mismo, sabes que no es lo mismo.
Ahora no puedo imaginar más días sin ti, y me siento absurda, por el suelo, mi orgullo vuela lejos junto con mi dignidad.
Te miro y no te reconozco, hace tiempo que dejé de verte bucear en mis ojos negros, yo, aún sigo perdiéndome en los tuyos, qué triste.
Eres, eras, bueno qué se yo, mi amuleto de la suerte, mi estrella de cinco puntas que me perdieron en el tiempo, eres, bueno, serás una de las personas más importantes de mi vida, me has sabido dar paz entre tus brazos, armonía en tus labios...mi cara en tu mano es la sensación más reconfortable de mi vida, mi vida, tú.
No quiero que te sientas culpable, no eres el culpable, supongo.
Se feliz, se que no soy nadie para darte ese permiso, pero hazlo por mi, nada me gusta más que tu risa, aquella que ya casi ni logro recordar con claridad. Solo te pido un favor, no vuelvas a decirme que ves esto como tiempo perdido, porque entonces será que he perdido siete maravillosos meses de mi vida intentando hacerte feliz en vano.
Siempre tuya, por desgracia.
Tú te vas, yo me quedo, y, aunque hace dos días de nuestra despedida hace dos meses que empecé a echarte de menos.
Soñé que me agarrabas la mano y no me dejabas ir, pero no me sorprendió tu simple ¨adios¨ puesto que eres así, orgulloso y pueril, distante y frio, celoso y como una piedra.
Tus motivos son iguales que los que yo te di no hace tanto tiempo, mi condición equivalente a la tuya, aunque menos extremista, mi elección, ahora veo, fue la equivocada.
No te tengo rencor, las cosas pasan, y despues se acaban, puedes ahorrarte los ¨te quiero¨ de consuelo, se que no es lo mismo, sabes que no es lo mismo.
Ahora no puedo imaginar más días sin ti, y me siento absurda, por el suelo, mi orgullo vuela lejos junto con mi dignidad.
Te miro y no te reconozco, hace tiempo que dejé de verte bucear en mis ojos negros, yo, aún sigo perdiéndome en los tuyos, qué triste.
Eres, eras, bueno qué se yo, mi amuleto de la suerte, mi estrella de cinco puntas que me perdieron en el tiempo, eres, bueno, serás una de las personas más importantes de mi vida, me has sabido dar paz entre tus brazos, armonía en tus labios...mi cara en tu mano es la sensación más reconfortable de mi vida, mi vida, tú.
No quiero que te sientas culpable, no eres el culpable, supongo.
Se feliz, se que no soy nadie para darte ese permiso, pero hazlo por mi, nada me gusta más que tu risa, aquella que ya casi ni logro recordar con claridad. Solo te pido un favor, no vuelvas a decirme que ves esto como tiempo perdido, porque entonces será que he perdido siete maravillosos meses de mi vida intentando hacerte feliz en vano.
Siempre tuya, por desgracia.
martes, 20 de julio de 2010
Aferrarse.
Me aferro a tu sonrisa frustrada, a tu ¨te quiero¨ por costumbre, a tus excusas baratas.
Me aferro a mi pelo largo, a mis uñas mordidas, a mis cuatro kilos menos con la esperanza de que nunca se te quiten las ganas.
Me aferro a aquel amanecer que nunca apareció ante nuestros ojos, a ese anillo, en una caja corriente, dado en un momento cualquiera.
Me aferro a un paquete sin tabaco,a una ventana cerrada, a una cama vacía.
Me aferro a promesas incumplidas y a otras tantas que ni siquiera se llevaron a cabo, a fotos antiguas, a besos lejanos, a un violinista en mi terraza.
Me aferro a un movil en silencio, a una bandeja de entrada, a Neruda y sus Veinte poemas de amor y una canción desesperada.
Me aferro a la nada, a un tiempo que se acaba, sin saber cómo ni cuándo te dará por dar la cara.
Me aferro a la esperanza de creer que mi amor es suficiente para ambos, a la incertidumbre de no saber cuándo tendré que empezar a reconstruir los escombros de un corazón roto que algún día latió como dos.
Me aferro a mi pelo largo, a mis uñas mordidas, a mis cuatro kilos menos con la esperanza de que nunca se te quiten las ganas.
Me aferro a aquel amanecer que nunca apareció ante nuestros ojos, a ese anillo, en una caja corriente, dado en un momento cualquiera.
Me aferro a un paquete sin tabaco,a una ventana cerrada, a una cama vacía.
Me aferro a promesas incumplidas y a otras tantas que ni siquiera se llevaron a cabo, a fotos antiguas, a besos lejanos, a un violinista en mi terraza.
Me aferro a un movil en silencio, a una bandeja de entrada, a Neruda y sus Veinte poemas de amor y una canción desesperada.
Me aferro a la nada, a un tiempo que se acaba, sin saber cómo ni cuándo te dará por dar la cara.
Me aferro a la esperanza de creer que mi amor es suficiente para ambos, a la incertidumbre de no saber cuándo tendré que empezar a reconstruir los escombros de un corazón roto que algún día latió como dos.
viernes, 16 de julio de 2010
Tiempo.
El tiempo duele, y es cierto, que cada año pesa más, cada invierno, cada primavera, cala más hondo tu ser.
Miras atrás y ves todos los fallos que algún día cometiste, todas esas promesas que no se cumplieron, cada fotografía que no tomaste para inmortalizar ese momento.
Todas esas veces que dijiste: hoy no, mañana. Y ese mañana nunca se hizo realidad.
Todos esos besos que negaste, o que te negaron, esos ¨ hasta luego ¨ que se convirtieron en un oscuro ¨ adiós ¨
Los sitios que te quedaste con las ganas de visitar con la esperanza de poder verlos algún día.
Aquella chica en aquél bar que no saludaste por temor, las palabras que no dijiste, las palabras que quisiste escuchar y nadie nunca pronunció.
Todas las preguntas que te hiciste y nunca salieron por tu boca.
Aquellos llantos lejanos, que ahora recuerdas con risas, aquellos enfados inoportunos que te fastidiaron algún que otro maravilloso día.
Ese amanecer que te quedaste con ganas de verlo junto a él.
Todos esas miradas que se quedaron simplemente en eso, miradas.
El tiempo pasa, y pesa, los años no perdonan, pero en vez de ponernos nostálgicos y pensar que alguien ocupa ahora nuestro lugar, que nunca visitaremos aquél sitio, o que ese amanecer jamás aparecerá ante nuestros ojos, podríamos dejar pasar al ingrato tiempo y disfrutar del mañana, sin pensar en lo doloroso que fue el ayer, o lo mucho que lo echáis de menos.
El tiempo duele, y es cierto que cada año pesa más, pero también es cierto que cada otoño que pasa, somos más fuertes.
Miras atrás y ves todos los fallos que algún día cometiste, todas esas promesas que no se cumplieron, cada fotografía que no tomaste para inmortalizar ese momento.
Todas esas veces que dijiste: hoy no, mañana. Y ese mañana nunca se hizo realidad.
Todos esos besos que negaste, o que te negaron, esos ¨ hasta luego ¨ que se convirtieron en un oscuro ¨ adiós ¨
Los sitios que te quedaste con las ganas de visitar con la esperanza de poder verlos algún día.
Aquella chica en aquél bar que no saludaste por temor, las palabras que no dijiste, las palabras que quisiste escuchar y nadie nunca pronunció.
Todas las preguntas que te hiciste y nunca salieron por tu boca.
Aquellos llantos lejanos, que ahora recuerdas con risas, aquellos enfados inoportunos que te fastidiaron algún que otro maravilloso día.
Ese amanecer que te quedaste con ganas de verlo junto a él.
Todos esas miradas que se quedaron simplemente en eso, miradas.
El tiempo pasa, y pesa, los años no perdonan, pero en vez de ponernos nostálgicos y pensar que alguien ocupa ahora nuestro lugar, que nunca visitaremos aquél sitio, o que ese amanecer jamás aparecerá ante nuestros ojos, podríamos dejar pasar al ingrato tiempo y disfrutar del mañana, sin pensar en lo doloroso que fue el ayer, o lo mucho que lo echáis de menos.
El tiempo duele, y es cierto que cada año pesa más, pero también es cierto que cada otoño que pasa, somos más fuertes.
lunes, 28 de junio de 2010
Pies.
Hoy apareciste en mi mente.
Llegué cansada, me dolían los pies y quise pensar un remedio para hacer que me dejasen de arder, entonces te vi.
Vi tu figura curvada mientras metias tus pies en un barreño azul con agua y sal.
Ahí te quedabas un largo rato y más tarde te secabas los pies con una toalla blanca, desgastada, lenta y cuidadosamente.
Te recordé un largo rato, pidiendo al cielo que tu imagen no desapareciera de mi mente, que te quedases ahí dándome esa fuerza que a veces en mi flaquea. Pero te desvaneciste ante mis ojos y no pude evitar emocionarme.
Te echo mucho de menos, todos te echamos mucho de menos.
Para mi fuiste, eres, una compañera de camino.
En cierto modo, todos los días hay algo que me recuerda a ti, y recuerdo tus manos suaves, tu piel arrugada por culpa de los años, tu mirada cansada y aún así hermosa.
Tus sabios consejos, abuela, siempre me guiarán.
No te alejes de mi lado, ayúdame a elegir el camino correcto, a levantarme cuando me caiga.
Llegué cansada, me dolían los pies y quise pensar un remedio para hacer que me dejasen de arder, entonces te vi.
Vi tu figura curvada mientras metias tus pies en un barreño azul con agua y sal.
Ahí te quedabas un largo rato y más tarde te secabas los pies con una toalla blanca, desgastada, lenta y cuidadosamente.
Te recordé un largo rato, pidiendo al cielo que tu imagen no desapareciera de mi mente, que te quedases ahí dándome esa fuerza que a veces en mi flaquea. Pero te desvaneciste ante mis ojos y no pude evitar emocionarme.
Te echo mucho de menos, todos te echamos mucho de menos.
Para mi fuiste, eres, una compañera de camino.
En cierto modo, todos los días hay algo que me recuerda a ti, y recuerdo tus manos suaves, tu piel arrugada por culpa de los años, tu mirada cansada y aún así hermosa.
Tus sabios consejos, abuela, siempre me guiarán.
No te alejes de mi lado, ayúdame a elegir el camino correcto, a levantarme cuando me caiga.
viernes, 18 de junio de 2010
Invierno.
El sol se hace notar en mis pupilas, el calor empieza hacer acto de presencia en un junio ya bastante entrado, el verano, como quien dice, llega tarde.
El invierno se acostó con la primavera y prolongó su estampa hasta hace unos días.
Pero así de caprichosas son las nubes, y, para darme una alegría decidieron evadirse un rato.
Un año más tarde, no salió de mi boca un: Buen verano...
Tuve ocasión, pero no quise.
Tú ya no eres nada y soy feliz por no tener que necesitarte.
Ya no saldrás de entre las sombras con una tenebrosa voz que diga ¨siempre estaré presente¨
Hoy, mi buen verano va para él, para el que hará que este año sea mi año, por el que lo está consiguiendo día tras día desde diciembre.
Por él, el invierno este año se me ha antojado demasiado corto, aunque sea mediados de junio y siga lloviendo en el sur.
Las posibilidades de volver a verte cada vez se reducen más, y no me preocupa, en esta feria no habrá un ¨me lo debes¨ ni un ¨medio cigarrito de después¨, porque te diré que a él no le gusta el sabor del tabaco en mis labios, y nunca me debe nada pues todo me lo cobro a raudales.
Espero que el invierno le haga un guiño al otoño y lo deje derramar sus hojas unos meses más.
El invierno se acostó con la primavera y prolongó su estampa hasta hace unos días.
Pero así de caprichosas son las nubes, y, para darme una alegría decidieron evadirse un rato.
Un año más tarde, no salió de mi boca un: Buen verano...
Tuve ocasión, pero no quise.
Tú ya no eres nada y soy feliz por no tener que necesitarte.
Ya no saldrás de entre las sombras con una tenebrosa voz que diga ¨siempre estaré presente¨
Hoy, mi buen verano va para él, para el que hará que este año sea mi año, por el que lo está consiguiendo día tras día desde diciembre.
Por él, el invierno este año se me ha antojado demasiado corto, aunque sea mediados de junio y siga lloviendo en el sur.
Las posibilidades de volver a verte cada vez se reducen más, y no me preocupa, en esta feria no habrá un ¨me lo debes¨ ni un ¨medio cigarrito de después¨, porque te diré que a él no le gusta el sabor del tabaco en mis labios, y nunca me debe nada pues todo me lo cobro a raudales.
Espero que el invierno le haga un guiño al otoño y lo deje derramar sus hojas unos meses más.
lunes, 7 de junio de 2010
Deseo.
Más cerca, más, más...
Déjame sentir tu piel al borde de la mia, tus manos enredadas en mi pelo y tus piernas entrelazadas con las mias.
Déjame sentir tu boca, húmeda, rozando con cuidado cada centímetro de mi cuerpo.
Bésame y arde junto a mi en la más descarada pasión.
Olvida todo, hoy solo serás mío y dejarás tu huella cerca de mi ombligo.
Jadea en mi oído y susúrrame: más cerca, más, más...
Sométeme a tus deseos, olvidaré todo, hoy solo seré tuya, y dejaré mi huella más allá de tu piel.
Tú eres el motivo de mi intimidad, siempre, a tu lado, quiero más y más y más...
Déjame sentir tu piel al borde de la mia, tus manos enredadas en mi pelo y tus piernas entrelazadas con las mias.
Déjame sentir tu boca, húmeda, rozando con cuidado cada centímetro de mi cuerpo.
Bésame y arde junto a mi en la más descarada pasión.
Olvida todo, hoy solo serás mío y dejarás tu huella cerca de mi ombligo.
Jadea en mi oído y susúrrame: más cerca, más, más...
Sométeme a tus deseos, olvidaré todo, hoy solo seré tuya, y dejaré mi huella más allá de tu piel.
Tú eres el motivo de mi intimidad, siempre, a tu lado, quiero más y más y más...
martes, 1 de junio de 2010
Ana I
Es tan triste tu actual estado...
Te infravaloras, mujer, desde siempre, y ahora mírate, te convertiste en lo que siempre odiaste.
No te sabes querer, y ya, hasta el más ruín dejó de admirar tu belleza, esa, que tan malos ratos te ha dado.
Ahora, amiga mía, te conformas con cualquiera que te diga ¨Guapa¨ con el más embustero ¨Te quiero¨.
¿Amaste? ya no estoy segura de creerte.
¿Te amaron? lo dudo mucho.
Cambiaste, y tus dulces ojos inocentes bañados en azul cielo, se transformaron en súplicas que mendigan amor.
Amor, que no sexo.
Y me das pena, ahora, no antes, y para ser honestos, hubo un tiempo en que a mi también todos los príncipes me salieron rana, pero no por ello elegí la traición.
Juega querida, juega con ellos cuan títeres en tus delgadas manos, pero, si algún día te quise, debo decirte que tengas cuidado, pues todo el furor del momento, convertido en fuego reflejado en otro cuerpo, se transforma con el tiempo en cenizas, que más tarde o más temprano terminan quemándote.
Te infravaloras, mujer, desde siempre, y ahora mírate, te convertiste en lo que siempre odiaste.
No te sabes querer, y ya, hasta el más ruín dejó de admirar tu belleza, esa, que tan malos ratos te ha dado.
Ahora, amiga mía, te conformas con cualquiera que te diga ¨Guapa¨ con el más embustero ¨Te quiero¨.
¿Amaste? ya no estoy segura de creerte.
¿Te amaron? lo dudo mucho.
Cambiaste, y tus dulces ojos inocentes bañados en azul cielo, se transformaron en súplicas que mendigan amor.
Amor, que no sexo.
Y me das pena, ahora, no antes, y para ser honestos, hubo un tiempo en que a mi también todos los príncipes me salieron rana, pero no por ello elegí la traición.
Juega querida, juega con ellos cuan títeres en tus delgadas manos, pero, si algún día te quise, debo decirte que tengas cuidado, pues todo el furor del momento, convertido en fuego reflejado en otro cuerpo, se transforma con el tiempo en cenizas, que más tarde o más temprano terminan quemándote.
sábado, 29 de mayo de 2010
Presente.
-Echo de menos tus textos, ¿por qué tardas tanto en escribir?
-Estoy ocupada siendo feliz, no me salen lamentos con los que explayarme.
-¿Y por qué no escribes sobre tu felicidad?
-Por que prefiero vivirla y tenerla en mi memoria.
-Estoy ocupada siendo feliz, no me salen lamentos con los que explayarme.
-¿Y por qué no escribes sobre tu felicidad?
-Por que prefiero vivirla y tenerla en mi memoria.
domingo, 25 de abril de 2010
Autobuses.
Apagaron las farolas, se olvidaron de encender el mar, el frio se durmió un rato y dio paso a la claridad.
En el sofá no hay sitio para nadie, lo acaparamos todo mi decepción y yo.
Te alejas junto con mi cordura, y mi esperanza se partió en dos.
Tu dulce sueño se convirtió en mi mayor pesadilla, supongo que, poco a pocodejamos de ser uno, y nos volvemos dos.
Tus promesas se esfuman en un autobús vacío camino a ningún lugar.
Este ¨hasta luego¨ Cariño, significará un adiós.
En el sofá no hay sitio para nadie, lo acaparamos todo mi decepción y yo.
Te alejas junto con mi cordura, y mi esperanza se partió en dos.
Tu dulce sueño se convirtió en mi mayor pesadilla, supongo que, poco a pocodejamos de ser uno, y nos volvemos dos.
Tus promesas se esfuman en un autobús vacío camino a ningún lugar.
Este ¨hasta luego¨ Cariño, significará un adiós.
sábado, 20 de marzo de 2010
Segunda Mano.
El tiempo pasa, y cometes errores, que en su momento creiste victorias.
Nada es en vano, y la vida más tarde te cobra en lágrimas.
Tal vez creiste oportuno dejarte querer por cualquiera que te llamase ¨bonita¨ y creiste encontrar al príncipe azul en cada sapo que besaste.
Ahora, que no te dicen bonita con los lavios si no con la mirada y que sabes que es una victoria realmente haberte cruzado en su camino, te arrepientes, en vano, de cada cama que probaste, mas es tarde y ahora las risas pasadas se convierten en lamentos.
Él, siempre a tu lado, trata de olvidar que tu cuerpo no solo lo ha tocado él, y se come sus lágrimas sabiendo que todo aquello que le susurras al oido quizas se lo hayas susurrado a unos cuantos antaño.
Tú eres el premio que, al igual que él, consiguieron otros, incluso, te reprocha, con mayor facilidad.
Pero no es comparable un simple juego a un amor sincero y cierto.
Te digo querida amiga, que tus errores has cometido y que el tiempo pasado está y no lo puedes cambiar.
Deja de llorar muñequita rota, pues no vencerá el amor al recuerdo para poder pasar página y olvidar.
No hay palabras que convenzan a tu príncipe de que el premio que él se lleva es mucho más fuerte que cualquier otro.
Y aunque le cedas el primer puesto en tu corazón, por ayer, por hoy y por mañana, no bastará con eso.
Nada es en vano, y la vida más tarde te cobra en lágrimas.
Tal vez creiste oportuno dejarte querer por cualquiera que te llamase ¨bonita¨ y creiste encontrar al príncipe azul en cada sapo que besaste.
Ahora, que no te dicen bonita con los lavios si no con la mirada y que sabes que es una victoria realmente haberte cruzado en su camino, te arrepientes, en vano, de cada cama que probaste, mas es tarde y ahora las risas pasadas se convierten en lamentos.
Él, siempre a tu lado, trata de olvidar que tu cuerpo no solo lo ha tocado él, y se come sus lágrimas sabiendo que todo aquello que le susurras al oido quizas se lo hayas susurrado a unos cuantos antaño.
Tú eres el premio que, al igual que él, consiguieron otros, incluso, te reprocha, con mayor facilidad.
Pero no es comparable un simple juego a un amor sincero y cierto.
Te digo querida amiga, que tus errores has cometido y que el tiempo pasado está y no lo puedes cambiar.
Deja de llorar muñequita rota, pues no vencerá el amor al recuerdo para poder pasar página y olvidar.
No hay palabras que convenzan a tu príncipe de que el premio que él se lleva es mucho más fuerte que cualquier otro.
Y aunque le cedas el primer puesto en tu corazón, por ayer, por hoy y por mañana, no bastará con eso.
viernes, 19 de marzo de 2010
Risas.
Dicen que hay personas que nacen estrellas y otras que nacen estrelladas, que cada persona elige su camino y que la felicidad no existe.
También se dice que si te levantas con el pie izquierdo tendrás un mal día y que llorar desahoga el alma.
Yo, que nací estrellada, que eligieron por mí mi camino y que en los últimos días tengo dos pies izquierdos y un alma con sequía, sigo pensando que aunque la vida te de la espalda un día sí y otro también la felicidad sí existe, pero consiste en pequeños resquicios de luz intermitente en una espesa nube negra, que aún así, merece la pena.
Tú, amigo mío, me pediste que escribiese un texto sobre los diferentes tipos de risa, tú, siempre tan optimista, pero es dificil escribir sobre algo que en estos tiempos escasea.
También se dice que si te levantas con el pie izquierdo tendrás un mal día y que llorar desahoga el alma.
Yo, que nací estrellada, que eligieron por mí mi camino y que en los últimos días tengo dos pies izquierdos y un alma con sequía, sigo pensando que aunque la vida te de la espalda un día sí y otro también la felicidad sí existe, pero consiste en pequeños resquicios de luz intermitente en una espesa nube negra, que aún así, merece la pena.
Tú, amigo mío, me pediste que escribiese un texto sobre los diferentes tipos de risa, tú, siempre tan optimista, pero es dificil escribir sobre algo que en estos tiempos escasea.
miércoles, 3 de marzo de 2010
Pesadillas.
Mientras el lado derecho de su cama me pertenecía, soñé en tecnicolor con mi usual mounstruo rubio de pelo largo.
Una lucha encarnizada entre titanes, donde el mal (siempre ella) y el bien (cualquier persona que no llevase su nombre) se enfrentaban por un único objetivo: lograr la paz entre sus brazos.
Una batalla que rememoraba medievales catástrofes en las que aparecia un enorme dragón, una princesa guerrera y un príncipe sumido en un profundo sueño.
Palabras mal sonantes, espadas de rencor en una lucha cuerpo a cuerpo donde no existía un escudo contra el dolor.
Así pues, el enorme, enorme dragón rubio, derrotó a la princesa de un solo empujón.
Me desperté sobresaltada, pero...¿A que no sabeis quien estaba al lado izquierdo de la cama para calmar mi ansia?
Una lucha encarnizada entre titanes, donde el mal (siempre ella) y el bien (cualquier persona que no llevase su nombre) se enfrentaban por un único objetivo: lograr la paz entre sus brazos.
Una batalla que rememoraba medievales catástrofes en las que aparecia un enorme dragón, una princesa guerrera y un príncipe sumido en un profundo sueño.
Palabras mal sonantes, espadas de rencor en una lucha cuerpo a cuerpo donde no existía un escudo contra el dolor.
Así pues, el enorme, enorme dragón rubio, derrotó a la princesa de un solo empujón.
Me desperté sobresaltada, pero...¿A que no sabeis quien estaba al lado izquierdo de la cama para calmar mi ansia?
miércoles, 3 de febrero de 2010
Lluvia.
Te dormiste bajo el sol de una tarde de domingo, echando de menos todos esos pequeños detalles que lo hacían tan especial: su inquietante deseo por controlar absolutamente todo, su aplastante ego, su temple y seguridad mezclado con el verde aceituna de sus ojos...
Y soñaste entonces, que sus manos se alejaban con el resto de su cuerpo hacia ningún lugar, y sentiste por primera vez en mucho tiempo, el miedo de perder a alguien amado.
La lluvia te despertó, al fin y al cabo el invierno también trabaja los domingos.
Te sentaste bajo techo viendo como el sol que brillaba hacía apenas tres minutos se encontraba bajo una capa de nubes negras.
La lluvia, la misma que un día rozaba el cristal trasero de un coche aparcado en una playa desierta, con la misma fuerza que tú le tirabas del pelo.
La misma que mojaba tu cara y tu ropa camino de su casa.
La misma lluvia que os unió un día veintiseis.
Entonces decidiste dejar de echarlo de menos, salir en su búsqueda, y dejar que la lluvia te calara, como te calan sus besos, esos que atraviesan tu ropa y mojan tu piel.
Y soñaste entonces, que sus manos se alejaban con el resto de su cuerpo hacia ningún lugar, y sentiste por primera vez en mucho tiempo, el miedo de perder a alguien amado.
La lluvia te despertó, al fin y al cabo el invierno también trabaja los domingos.
Te sentaste bajo techo viendo como el sol que brillaba hacía apenas tres minutos se encontraba bajo una capa de nubes negras.
La lluvia, la misma que un día rozaba el cristal trasero de un coche aparcado en una playa desierta, con la misma fuerza que tú le tirabas del pelo.
La misma que mojaba tu cara y tu ropa camino de su casa.
La misma lluvia que os unió un día veintiseis.
Entonces decidiste dejar de echarlo de menos, salir en su búsqueda, y dejar que la lluvia te calara, como te calan sus besos, esos que atraviesan tu ropa y mojan tu piel.
miércoles, 27 de enero de 2010
Simplezas.
Se sentó en la parada del autobús esperando a parte de un transporte, un milagro.
Sacó un cigarrillo y lo miró fijamente, él sabía que con solo una calada volvería a fumar de nuevo.
El por qué llevaba tabaco si había dejado de fumar desde hacía un año, tres meses y seis días era una de sus rarezas.
Lo sostuvo con cuidado, como si se tratase del más preciado tesoro. Lo olió, le encantaba ese aroma, se lo puso en los labios, entonces recordó aquella última vez que fumó:
Estaba en la misma parada del autobús, llovía y hacía frío.
Él sostenía un paragüas, y ella giraba bajo la lluvia, ella sí que era rara.
Recordó con nostalgia como reía mientras le gritaba:
-¡Oh venga! ¿no me vas a conceder un último baile?, mójate, es tan agradable...
Pero no lo hizo, no tenía ganas, la tristeza se apoderaba de su ser poco a poco.
Se la llevaban, y él no podía luchar contra eso.
Cuanto tiempo le había costado a ella enamorarlo, cuantos inviernos pasaron antes de ese primer baile bajo la lluvia, y cuando por fin él logró amarla, con sus simplezas y sus rarezas, se la llevaban
Un autobús paró frente a él,a la misma hora, como cada día desde hacía mucho tiempo.
Miró a cada persona que se bajó, pero no la encontró.
Guardó el cigarrillo en el paquete y se marchó, recordando sus últimas palabras:
-Volveré antes de que acabes con ese paquete de tabaco.
No volvió y él jamás comprendió que los autobuses llegan siempre a su hora, pero los milagros si te quedas sentado esperando no aparecen.
Sacó un cigarrillo y lo miró fijamente, él sabía que con solo una calada volvería a fumar de nuevo.
El por qué llevaba tabaco si había dejado de fumar desde hacía un año, tres meses y seis días era una de sus rarezas.
Lo sostuvo con cuidado, como si se tratase del más preciado tesoro. Lo olió, le encantaba ese aroma, se lo puso en los labios, entonces recordó aquella última vez que fumó:
Estaba en la misma parada del autobús, llovía y hacía frío.
Él sostenía un paragüas, y ella giraba bajo la lluvia, ella sí que era rara.
Recordó con nostalgia como reía mientras le gritaba:
-¡Oh venga! ¿no me vas a conceder un último baile?, mójate, es tan agradable...
Pero no lo hizo, no tenía ganas, la tristeza se apoderaba de su ser poco a poco.
Se la llevaban, y él no podía luchar contra eso.
Cuanto tiempo le había costado a ella enamorarlo, cuantos inviernos pasaron antes de ese primer baile bajo la lluvia, y cuando por fin él logró amarla, con sus simplezas y sus rarezas, se la llevaban
Un autobús paró frente a él,a la misma hora, como cada día desde hacía mucho tiempo.
Miró a cada persona que se bajó, pero no la encontró.
Guardó el cigarrillo en el paquete y se marchó, recordando sus últimas palabras:
-Volveré antes de que acabes con ese paquete de tabaco.
No volvió y él jamás comprendió que los autobuses llegan siempre a su hora, pero los milagros si te quedas sentado esperando no aparecen.
miércoles, 20 de enero de 2010
Sábanas.
Ahora que mi cuerpo aún huele a ti, y que mis sábanas fallan al intentar imitar la suavidad de tus manos, recuerdo como algún día dijiste:
-Tesoro, llévame al Paraíso.
Y entre beso y beso me susurraste un Eva.
Tú, sacado de mis sueños, mi más ardiente realidad.
Una mala costumbre nos agota las noches, una dulce verdad nos roba el sueño.
Mis palabras, gestos sordos con los que poder alabar tu persona.
Un enero de triunfos y camas prestadas, tú mi todo, sin ti no hay nada.
-Tesoro, llévame al Paraíso.
Y entre beso y beso me susurraste un Eva.
Tú, sacado de mis sueños, mi más ardiente realidad.
Una mala costumbre nos agota las noches, una dulce verdad nos roba el sueño.
Mis palabras, gestos sordos con los que poder alabar tu persona.
Un enero de triunfos y camas prestadas, tú mi todo, sin ti no hay nada.
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