sábado, 2 de octubre de 2010

Patadas.

Miénteme, dime que todo será igual aunque no estemos debajo de tus sábanas, que no fui tu segunda opción, que, de hecho, nunca hubo otra opción que no fuese yo.
Átame las manos con tus embustes, cóseme el alma a patadas.
Nunca fui primer plato, para mi tu siempre fuiste el postre, lo que te endulza ese almuerzo que no te gusta, tú, que sabes a chocolate, fresas, vinagre y rosas.
Ahora, adoptas la bulimia como método para amar, vomitas su figura para poder tener hueco para la mía.
Hace tiempo que dejé de ser sumisa entre tus brazos, ya no me acongoja tus desaires, sus palabras sin maldad rebosantes de malicia no hieren mi estómago.
Ya no me importa ser tu primer, segundo o tercer plato, como si quieres que sea el postre que te dejas a medias porque ya no tienes más hambre, da igual.
Soy voluble, puedo, si quiero, convertirme en el cigarro de después de cenar, aunque sepa que no fumas y todo lo que ello conlleva.
Aunque me desvanezca en el cenicero, aunque me desvanezca en tus palabras comprometedoras.
No te creo, ¿por qué tengo que hacerlo?
Eras ruin, cruel, un mal amigo, un mal ejemplo.
Y ahora, ahora he de creer tus falacias.
Ahora debo acallar las voces que gritan que sigo siendo tu estúpida colilla, que no es verdad eso de que ¨ nunca hubo otra opción que no fuese yo ¨
Pude esperar a que le abrocharas el sujetador para volver a mis brazos, pude oler su aroma en tu cuerpo desnudo, pude, y quizás puedo, pero no quiero.
Grítame la verdad, desata mis manos de tus embustes, deja de coser mi alma a patadas.

1 comentario:

  1. Como siempre el texto se sale, como todos los que escribes, hija; con el significado ya entramos en debate...xD
    no sé, tiempo al tiempo...
    C.

    ResponderEliminar