lunes, 11 de marzo de 2013

De rodillas.

Bésame, como haces como cada cinco días. Tus labios lentos, húmedos, presionando los míos.
Roza con tu lengua mi cuello, suave, despacio. Muerde mi nariz.
Permite que, cuerpo a cuerpo, desnude tu alma; que acaricie tu piel con cuidado, bajando desde tu pecho hasta tu ombligo.
Suplico entonces, de rodillas, un poco más y desabrocho tus pantalones sin prisa, para deleitarme y disfrutar mientras te escucho gemir.
Me tomo mi tiempo, porque puedo, porque tengo espacio de sobra para lamer sin miedo.
Todo se acelera y presionas mi cabeza, y ahí, justo ahí ya eres totalmente mío.
Me levanto y a tu altura, ya no hay vuelta atrás.
Me desnudas y lo que pasa a continuación es sólo para ti y para mí: no apto para menores, sensibles o precoces.

sábado, 9 de marzo de 2013

Sin título.

No quería escribir nada por miedo a que no fuese algo único, algo que fuese sólo para ti, y es que, después de varias decepciones y ¨enamoramientos¨ no me quedan nuevos recursos con lo que deleitarte, con los que señalar todo lo que me gusta de ti, algo original y sincero que no suene a copia barata de relaciones baratas.
Pero, mi vida, he entendido algo, y es que, tú eres único, y todo lo que pueda escribir o sentir no será ni la sombra de lo que un día expresé.
Eres, como ya sabes, mi hueco en la almohada de lunes a jueves; mi sonrisa infinita los viernes.
Mi piel morena y espalda tatuada, la naturalidad en estado puro, la risa estridente que alegra mis tardes, el compromiso basado en tinta y sangre.
Estoy enamorada de esas manos pequeñas que acarician mi cara cuando me haces el amor y, en un suspiro me susurras un te amo en el oído.
Amo tu preocupación y tu ímpetu, esa seriedad que derribo con sólo una mirada.
Te quiero, como jamás en mi vida quise a nadie, de una forma tan pura que asusta.
Te quiero donde termina mi ombligo y empiezan tus manos.