domingo, 18 de octubre de 2009

Carta a mi Psicóloga.

Dijiste que tenía que escribirte mi vida, desde aquel nueve de diciembre de hace unos diecisiete años, hasta ahora mismo.
Y lo hice, o más bien, lo intenté.
Pero, cuando llevaba dos folios escritos, me di cuenta, de que no era mi vida la que contaba, si no la de los que me rodeaban:

La historia de mi madre, esa mujer que parece sacada de una canción de Sabina.
La historia de mi padre, el ser con dos caras.
Mi abuela, la culpable, como dijo Neruda, de este juego sangriento.
Mi abuelo, el manipulado manipulador.
Matata, la altruista: da su felicidad por los demás.
Papaíto, la nobleza personificada.
Y mis hermanas, Rocío y Pili, las mejores maestras de lo enseñable.
También escribí una bonita historia de amor, una de esas en las que hay una princesa encerrada en su castillo, que, en este caso, era su propia mente, y un príncipe sin espada ni lanza.

Escribí, bueno, ahí dejé de escribir, una historia de desesperación cargada de pesimismo, cuyo final, era el hospital.
Entonces me di cuenta, de que, hablando claro, esa no debería ser denominada vida.
Yo no me hubiese llamado ser vivo en ese momento, más bien, ser inerte, es decir, estaba, pero no estaba, me encontraba sumida en un profundo pozo sin salida, en el que solo me dedicaba a dormir, llorar, y, a veces, a respirar.
Entonces, sin seguir escribiendo, intenté, cronológicamente hacer un repaso a mi vida, y, me di cuenta de que algo fallaba, solo recordaba momentos bonitos, llenos de luz, desbordantes de positividad y risas a carcajadas.

¿Dónde está mi negatividad y mis pensamientos suicidas?
Se los llevaron ellos, mis amigos, los que han hecho, que ahora si me considere ser vivo.
Los que me han hecho querer salir de mi burbuja de comodidad y comerme el mundo.
Son ellos:
-Palma, la dulzura ensimismada, siempre en las nubes.
-Cristina, compañera de problemas similares, nuestra amistad, como quien dice, no es productiva.
-Alex, la alegría y la positividad plasmada en mi pared.
-Andrea, la nueva y aun así encajamos a la perfección.
Y este, como una vez me llegó en un sms, es mi año, 2009, el año en el que cambié mi mente oscura por una ropa negra, y unas camisetas coloridas por pensamientos alegres.
Como el Ave Fénix, resurgí de mis cenizas, y, en un año, dejé atrás todo lo que tenía, esa canción de Joaquín Sabina, ese ser con dos caras, y ese cuento de hadas tan sumamente perfecto, donde abundaba el color rosa en las paredes y el rojo en mis muñecas.

Ahora, soy yo misma, es mi vida, y mi vida empezó hace unos seis meses, cuando encontré a esas personas, que, supongo, se marcharán, el tiempo nos separará y, cada uno elegirá su camino, pero yo siempre los recordaré como esas cuatro personas, que me dieron, por así decirlo, la vida.

5 comentarios:

  1. interesante auto-psicoanalisis, aunque he de reconocer que conocia la mitad o mas de la mitad de los hechos, XD, saludos

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  2. Gracias por la parte que me toca

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  3. Este texto es increible, genial, me encanta. Tienes la habilidad de ver el vaso de agua medio vacio, vivimos en un mundo con oportunidades, estas en un mundo en el cual con mucha lucha puedes convertirte en lo que quieras asi que bienvenida a este cielo (si ves el vaso medio lleno). Escribes de una manera espectacular, sigue asi.

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