A veces escuchas un poema en labios de un desconocido, y te encuentras en ellos, te identificas con sus versos, y todo pierde el sentido.
A veces quieres ser la Guiomar de algún Antonio. O la sirena de aquellos Versos del Capitán, o ser el hierro arrancado de la herida de Bécquer o que conozcan tu voz en formato susurro, y en formato gemido, y en formato secreto.
Pero, llega el momento en que te das cuenta que nunca fuiste lo suficientemente Pilar, ni lo suficientemente pez ni que nunca hubo una herida de la que arrancarte y que nadie escuchó nunca tu verdadera voz.
Nunca fuiste especial, ni tuviste las medidas correspondientes, ni la dulzura que te exigían ni la paciencia ni la saliva.
Y no es momento de derrumbarse, no tienes permiso para hacerlo, deber ser lo que nunca fuiste, debes ser ahora, fuerte y sátira, dura y tirana.
Quizás el hombre de tu vida no se llame Antonio, ni se apellide Machado, a ti siempre te asustó el mar, y con tus canciones nunca hiciste llorar a los marineros y mucho menos a algún que otro capitán. Tus heridas iban por dentro, y nadie supo nunca cómo cogerte puntos en el alma. Quizás tu voz no estaba en el formato adecuado para que alguien la escuchase.
Quizás deberías dejar de leer poesía y soñar, pues, como ya sabes:
Los sueños, sueños son.
Me encantha! =3
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