viernes, 22 de junio de 2012

Martini seco.


El reloj cantaba las dos de la mañana, y entonces la ví.
Una bellísima mujer entró en el antro de cada fin de semana, donde maldecía mi funesta vida, ahogando mis penas en cuatro o cinco gyn tonics, según qué cara me pusiese la luna después de salir del trabajo.
Me enamoré de ella en el momento que le miré el pelo: tenía un recogido que parecía como si se hubiese pasado horas peinándose, pero se veía claramente que aquella melena había sido maldecida por un mal día de ahí que estuviese destrozada. Solo quedaban resquicios de la perfecta noche que le habrían prometido a aquella bella dama.
Se sentó, elegante ante mis ojos, llamó al camarero y se pidió una bebida.
Martini seco, cómo no, con aceituna.
Vestido de gala, labios rojos.
Las dos y media y seguía estando sola.
Miraba lentamente por encima de su hombro a todos los allí presentes, y su presencia  no pasaba desapercibida, pero nadie era capaz de enfrentarse a sus ojos negros y cansados.

Sonaba Piano Man en la radio, a mí se me acababa la bebida, así que decidí, en un afán por salvarle de aquella soledad, acercarme.
La invité a una copa, ni siquiera me miró, se limitó a alzar la vista al frente y decir con una voz rasgada:

-No vengo aquí a que me salve, valgo mucho más que todo esto, un perdedor como usted no merece mi grandeza, con el mero hecho de dirigirle la palabra se debería sentir lleno de satisfacción. Gracias por la copa, puede irse si lo desea. Cómo ve, soy algo más que un cuerpo, así que, sin saber si quiera si usted viene o no con dichas intenciones, le aconsejo sutilmente que se marche de mi lado, como le he dicho, no he venido aquí a ser salvada, sé nadar sola, he aprendido a flotar con la corriente, así que si desea bañarse en este mar que es la vida conmigo espero que entienda que o se limita a flotar como un tronco muerto a mi lado, o se deja hundir por mis propias manos.
Sonrió tristemente.

Infravaloré a aquella desconocida dama.
Pude observar mientras acababa mi copa, todas las heridas que marcaban  las partes desnudas de piel que no dejaba a la imaginación.
Cicatrices que marcaban una infancia difícil, una juventud dura, una madurez excesivamente dolorosa. Heridas que aún emanaban alcohol y sangre.

-Siento haber sido tan brusca, usted no es quien debería estar llenando mi soledad esta noche.
-Lo imaginé, se le nota cansada.
-Todo el mundo está cansado de algo.
-¿Usted de qué?
-De la vida, de los sueños, del amor, de la riqueza, de la fiesta, de la hipocresía, de la mentira…
-Vaya, eso parece demasiado.
-Estoy tan cansada que podría dormir durante días, semanas, años.
-Me encantaría ofrecerle mi lecho para que descanse abrazada a alguien, pero este perdedor no ha venido a salvarla.
Me levanté, cogí mi chaqueta, me encendí mi último cigarrillo y salí de aquel apestoso antro lleno de mujeres que llevan en el presente heridas del pasado.
Mujeres que creen que un hombre puede sanar las heridas que ha causado otro, pero que no saben, que a veces no las sanan, sólo las aumentan.

jueves, 14 de junio de 2012

Errores.

Todo lo que no te mata te hace más fuerte, o no...
El tiempo cura las heridas, pero ellas persisten, y por más que pasen los años el dolor sigue ahí.
La sangre deja de brotar con el paso de las horas, pero el escozor no se evapora como si nada.
Así, cuando pensamos que no hemos muerto y que por consiguiente somos más fuertes, recaemos en la decepción constante que nos inspiran nuestros errores.
La culpabilidad no ayuda, pero tampoco el olvido disipa el daño.
Es entonces cuando nos damos cuenta de que las cicatrices el pasado son las lágrimas del futuro.

sábado, 9 de junio de 2012

Monedas.

Coge una moneda, y lánzala al aire. A ver qué cara sale.
Hay personas que funcionan así: hoy sí y decido dar la cara y hoy no, y decido hacerte la cruz.
Hipócritas.
La vida no consiste en ocultar la parte de la moneda que no te interesan que vean, la vida consiste en arriesgarte, en darlo todo, en perecer por el camino, pero habiéndolo intentado, no consiste en mostrar sólo lo que conviene a cada momento. Si eres de esas personas, te doy permiso para desaparecer de mi vida.
Me gustan las personas claras, concisas, con sólo una cara, sin nada que esconder. Puesto que yo, frente a los demás, no escondo nada. Soy tal y como me muestro, más para mal que para bien, pero ese ya es otro tema.
Así, te diré una cosa, una última cosa, en vez de perder el tiempo girando la moneda, inviértela en comprarte por ejemplo un amigo, así por lo menos no estarás más sólo que un perro.

martes, 5 de junio de 2012

Enamorada.

Enamorada del amor suplica unos segundos de atención.
Algo de sexo desenfrenado sin pedir nada a cambio, sólo una charla trascendental después de por qué no, una felación.
No busca tus palabras, ni siquiera tus halagos, sólo quiere escuchar cómo le pides que por favor te folle.
No quiere que la llames bonita, sólo di que tiene las mejores tetas que has visto en tu jodida vida.
Quiere beberse uno a uno sus complejos, liarse uno mitad inseguridad, mitad hachís.
Te da la oportunidad de ser algo para ella en esta vida, uno más en la lista, alguien con quien compartir caladas e inquietudes durante hora y media, dos horas a lo sumo.
No la llames mañana, no necesita tu compasión, sólo necesita tus caricias una vez a la semana para no sentirse vacía del todo.
Nunca te ha mentido, por lo cual no hay por qué criticarla, de hecho, usar la palabra promiscua es una manera de desprestigiarla gratuita y totalmente ilícita.
Así pues deja tu teléfono a su disposición, permítele que te utilice, utilizaros los dos para calmar las ansias.
Fóllatela las veces que quieras, de la manera más sucia posible, en todas las posturas, pero nunca y repito, nunca, te enamores de ella.
Ella es una enamorada del amor que busca unos segundos de atención, no busca compartir una vida con nadie, y mucho menos contigo.

lunes, 4 de junio de 2012

Marcada.

¿Cuántos desgarros puede aguantar mi piel?
¿Cuánta falta de conciencia puede soportar mi estómago?
¿A caso no son ya suficientes heridas las que han dejado su cicatriz en mi alma?
Soy una mujer marcada. Marcada por el paso del tiempo, su paso lento y cruel, marcada por las manos de otros, dolida y humillada por errores ajenos.
Arrastrada.
No es suficiente la sangre que emana de mis heridas, no hay suficientes escombros para remontar este corazón.
Me perdí yo misma en otros mares, y rondan por mi cabeza los ideales de alguien que no debe de estar muy cuerdo.
Cuerdo, cuerda, locura, loca.
Desquiciada.
Viviendo en el límite que separa la realidad de la ficción. Los sueños de la vida. Mi vida de la muerte.
El único consuelo que quedaba era escribir algo productivo, y hoy, ni siquiera eso se me da bien.