lunes, 16 de diciembre de 2013

Bazofia barata.



Quiero escribir sobre tantas cosas que no sé por dónde empezar.
Me gustaría hacer una crítica severa llena de argumentos lógicos sobre el comportamiento oligofrénico de la sociedad.
Algo tan simple como un: ¿Podéis ser más estúpidos?
¿Podéis, acaso, tener más razones por las que ser felices?
¿No tenéis ya una familia y gente y dos o tres amigos y mascotas que os reciben saltando y trabajo o estudios que llenan vuestra vida de anécdotas, de frustración y de alegría?
¿No tenéis ya alguien que os quiere y que os apoya y que seguramente estará ahí mañana para daros un abrazo y decir un ¨todo va a salir bien¨?
Apostaría mi vida a que sí.
Apostaría lo único que realmente tengo, lo único que realmente me pertenece a que todos y cada uno de vosotros tenéis a una persona al menos que estará ahí cuando ni tú mismo estés.
Y, lo mejor de todo, es que en el momento exacto en el que estáis leyendo esta bazofia barata que sale de una mente barata y trastornada estáis de una forma u otra pensando en esa persona.
No tiene por qué ser perfecta, seguramente no lo sea.
Seguramente se esconda del mundo y se encierre entre cuatro paredes cuando su presente se tuerza, pero por ahí no van los tiros.
La humanidad es tan sumamente estúpida, egocéntrica y engreída que sabe que pase lo que pase siempre habrá alguien ahí.
Las personas son tan ególatras que piensan que esa mujer o ese hombre va a seguir estando ahí pase lo que pase y es el propio ego el que cierra puertas a la opción (porque créanme que existe) de que esa persona coja esa misma puñetera puerta y la cierre en vuestras enormes y grandes narices.
¿Y ahora qué?
¿No es suficiente difícil la vida como para tener que enfrentarnos a ella solos?
¿Han tenido la brillante idea de imaginar si sois vosotros la persona en la que piensa alguien?
Es decir, ¿habéis podido salir de vuestro ombligo y dejar de pensar en esa persona que seguramente mañana cuando no os quiera nadie seguirá estando ahí, para pensar en si sois ese alguien que una persona espera que esté ahí cuando lo haga todo mal y nadie pueda perdonar?
Es más egoísta pensar que alguien va a estar sí o sí para vosotros mañana que pensar que alguien os necesita ahí pase lo que pase.
Es menos responsabilidad, menos presión.
Y comprendo que estéis hundidos en vuestra propia miseria personal y que no tengáis ganas de levantaros una mañana y simplemente saberlo, sé que queréis saberlo ahora.
Sé que estáis nadando en vuestras propias heces y no tenéis ni una mínima esperanza por salir al mundo.
Sé que la vida y sus desdichas duelen y que no hay nada peor que no tener un motivo por el que levantarte de la cama, que lo peor que puede pasarle a una persona es quedarse sin esperanza.
Sé lo que es estar vacía.
Así que deja a un lado tus hipócritas pretensiones de persona dolida y afectada y levántate y anda.
No lo hagas por ti siquiera, hazlo por esa persona que necesita que estés ahí mañana.
Porque si todos nos preocupásemos sólo de nuestra propia bazofia  barata, la vida humana no tendría sentido.
Que la humanidad apesta es un hecho, así que es hora de ventilar el mundo.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Carta de amor sin amor.

Una vez te prometí que te escribiría. Una vez hará dos años.
Y ahora, cuando hace más de uno que nos odiamos, puedo escribir cuanto te quería. Ahora, que ya no volveré a verte jamás y me pareces una mala persona. Una persona que ya no quiero en mi vida.
Seguro que esto te parece una soberana estupidez y que en tu forma pretenciosa de reírte de la gente y de mí, si lo leyeses, sólo sonreirías pensando ¨Valiente payasa.¨ Pero ambas sabemos que dentro, quizás no tan dentro, te resultaría poético.

Dudé tanto contigo, que acabé dudando de mí misma.
Todas las mujeres que veía por la calle se me antojaban parecidas a ti y ninguna, al fijarme, desprendían ese halo especial que tenías para mí.

Ninguna se tomaba con tanta gracia el café en vaso de plástico blanco. Ninguna se manchaba la nariz.
Cuántas veces te miraba y tenía ganas de darte con el dedito para limpiarte y no lo hacía porque me resultabas preciosa con la naricilla mojada.

Qué quieres que te diga, si me enamoraba como un fan de tus gestos y tu forma de mirar.
Hubiese dado cualquier cosa porque me pintases en uno de tus lienzos, con esa forma de garabatear tan caótica como tu mente.
Aquella mente que soñaba con desnudar constantemente.
Aquella necesidad imperiosa de saber en qué pensabas.
¡Me parecías tan interesante!
Hubiese secado ese pelo mal cortado lleno de lágrimas de aquellas duchas que acababan en llantina en la bañera y sonrisas en la calle.

Me hubiese bebido contigo la vida misma en cualquier recipiente de vidrio que nos sirviese de vaso.
Te hubiese elegido a ti, si en todos esos paseos por el parque camino de mi parada me hubieses besado.
Eras mi por qué en ese autobús todas las mañanas.
Habría sido bonito que te hubieses levantado una mañana y simplemente lo hubieses sabido. Hubiesen sido bonitos 500 días contigo.

Pero lo elegí a él y todo se fue al garete.
Estaba ensimismada por tu libertad y tu libertinaje, pero no tuve valor.

Hacía eso, más de un año que no me acordaba de ti y pensando en las cosas que he dejado a medias en mi vida, un fotograma en blanco y negro tuyo ha cruzado mi mente. Tú, con gafas de sol y jersey cutre que comprabas por cincuenta céntimos.

A ti, Zoraida, porque una vez te quise.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Hablemos de estereotipos:

Tras varios años diagnosticada y luchando día a día por superarlo, me encuentro hoy con esto.
El trastorno límite va a perseguirme toda mi vida. Antes, esta idea era un susurro que de vez en cuando se me pasaba por la frente, pero era entonces, una mera sombra, una turbia realidad que según mi subconsciente podría aparcar en el momento que me fuese realmente necesario.
¨Cuando tengas treinta años todo esto habrá pasado, serás lo que todos llaman una persona normal y tendrás una vida estupenda lejos de toda esa mediocridad que siempre crees que te rodea.¨
Cuando tenga treinta años...¿y mientras qué?
¿A caso son estos diez años que me quedan por delante una mera transición?
¿Me quedan diez años de relaciones tristes y grises que acaban siempre en un ¨te quiero pero no puedo soportar esta situación¨?
Enamoro por lo que soy, gusto por lo que soy, por mi naturalidad y mi honestidad, por mi forma de vivir, les gusto porque les doy vida.
Cogen de mí eso mismo, mi vida entera, porque entrego lo intregable y cuando se cansan, cuando ser borderline deja de ser divertido, curioso, enternecedor, raro y divertido se marchan.
Y lo peor no es que se marchen, lo peor es que me dejan por lo mismo que algún día me quisieron.
Porque cuando una persona me conoce, automáticamente me adora, es algo casi instantáneo: ¨No hay nadie como tú, desprendes luz, desprendes vida.¨
Soy algo que se ven en la obligación de curiosear, de observar y analizar, y dos meses más tarde, después de mi segunda crisis de ansiedad y mi tristeza consentida, soy algo que tienen que salvar.
Entonces, cuatro meses después de eso, después de alguna pérdida de control por mi parte, se dan cuenta de que no tengo salvación, que por más que me tiren salvavidas, yo, prefiero hundirme.
Y se van.
Y claro, yo me quedó ahí, sentada, tardando meses en asimilar lo que ha pasado, llevando mientras un día a día normal en el que ¨no ha pasado nada¨.
Te rompen el corazón, te dejan sin dignidad y para mí, no ha pasado nada.

La primera vez que me abandonan (qué me gusta esta palabra, es tan dramática) y utilizan la frase: Te quiero, pero no puedo más. Me llega a parecer hasta poético. Después llegaría la indignación en forma de pregunta:
¿Que tú no puedes más? ¿A caso has hecho algo por mí?
Y claro que lo hizo, lo hacía día a día, pero era más fácil culparle a él por (voy a repetir esta palabra las veces que sea necesario) abandonarme, que pensar que hacía tiempo que me había abandonado yo misma.
La segunda vez que te dejan con la misma puñetera frase (en ese momento no sabía la de veces que se me repetiría la escenita a lo largo de mi vida) entras en cólera y la indignación se torna ira:
¿Tú también? Que pronto te cansas tú ¿no?
Y te duele, porque todas las rupturas duelen, pero como que lo dejas pasar porque vuelve a ser mucho más fácil dejarlo ir que  afrontar que ha sido tu culpa.
Y entonces llega la vencida, la tercera, en la que cuando se pronuncia esta misma frase, en boca de un tercer hombre y ahí ya hasta te ríes.
Te ríes los diez primeros segundos, porque te hace gracia la de veces que te han jurado y perjurado amarte sobre todas las cosas y de un día a otro, te siguen queriendo igual pero están cansados.
Soy como esa maratón para la que llevas preparándote toda tu vida, y que cuando llevas ya tres horas corriendo sin parar te cansas y tiras la toalla preguntándote algo que yo me pregunto a menudo: ¿Para qué?
Después de esos diez segundos de risa, se te cambia la cara y te das cuenta de tu verdad:
El problema no son ellos, el problema eres tú.
La tercera ruptura, no es que no te importe, pero es que llega un momento en el que estás tan acostumbrado a que te partan por la mitad que como que lo superas en menos tiempo y con menos insomnio.
¿Cuántas veces puede romperse un corazón y esperar de él que siga latiendo?

Y decides ¡por fin! tomar las riendas de tu vida y pasar página, porque ¿por qué esperar diez años para tener una vida lejos de lo mediocre? ¿por qué no enamorar y gustar ahora y para siempre y no esperar a cumplir la treintena?
Te agarras a la vida como si fuese un clavo ardiendo, me agarro a cada canción, a cada paso que doy, a ese ¨estoy donde tengo que estar y haciendo lo que tengo que hacer¨.
Y me repito cada día frente al espejo: Tú puedes, eres importante, vamos a superar solas este trastorno (que cada vez que alguien llama enfermedad me rompe el alma) vas a hacer las cosas bien, por ti, no porque no te dejen, al fin y al cabo en el amor siempre hay perdedores, si no para que te dejen a poder ser por otro motivo que no sea algo que tú no has buscado.
Y lo hago, en dos meses cambia mi vida, es algo casi mágico, el tlp queda lejos y ya no se habla de diagnóstico, se habla de un tipo de carácter, yo soy así porque soy así, no porque haya tenido una infancia jodida y tenga en mi vida adulta traumas que intento cerrar.
Soy lo que tengo que ser.
Y entonces vuelvo a encandilar (y a dejar que me encandilen) y lo primero que pienso es: Esta vez si me dejan será porque no me quieren, no porque ya no pueden más.
Esta vez seré yo misma, una persona agradable con la que se puede hablar de cualquier tema sin tapujos, lejos de todas esas cosas anodinas con las que una tía de mi edad te taladraría la cabeza.
Esta vez voy a enamorar yo, no un diagnóstico.
Y me encuentro con que no, siempre con que no.
Y mi niña interior histérica e histriónica, llora, patalea, se frustra, me culpa y me odia.
¨Otra vez vuelve a ser tu culpa¨
Y me sale en neón en letras enormes en mi cabeza: ¨Eres tú la culpable de este juego sangriento.¨
¿Y ahora qué hacemos?
Andar, qué vamos a hacer, seguir hacia delante y dejar de apuntarte con el revólver.
Pero sin ganas, la verdad. Hoy camino sin ganas, mañana quizás sea otro día.
Otro día con nuevas oportunidades que se me antojan aburridas, porque, después de un tiempo sabiendo que me queda mucho que trabajar conmigo misma, tenía claro que lo estaba superando y que esto no iba a coartarme la forma en la que quiero vivir y las relaciones interpersonales que me gustaría tener.
Y con la realidad me doy de bruces cuando me doy cuenta de que más que un diagnóstico, el trastorno límite de la personalidad es mi sombra. Me persigue.
Y que haga lo que haga, me esfuerce lo que me esfuerce siempre va a estar ahí, mirándome frente a frente en el espejo de forma altiva, como gritando con los ojos un ¡me perteneces!

Así que hoy, esta mañana en la que he perdido los nervios después de dos meses sin una sola crisis, sólo pido que no me traten como un concepto a analizar, porque no lo soy.
Soy una persona con un problema, si quieres descubrirme, no me abandones  cuando veas que detrás de toda esa felicidad que rebosa, hay una tristeza que ahoga.

Sólo pido fuerzas para aguantar un día más, para no tirar por la borda el trabajo realizado en este tiempo, mis avances, porque juro que son más de los que nunca pensé que podría hacer. Y darme cuenta de que esto va a perseguirme siempre sólo me dan ganas de dejarme ganar, porque una guerra constante en mi cabeza es mucho más difícil que una maratón de tres horas.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Colores.

Tras el tibio presentimiento que indicaba que algo grande me esperaría ahí fuera, hay ahora una certeza:
Equivocaba la forma, pues esperaba quizás reconocimiento en la Fotografía, un apasionado y loco amor, un boleto de lotería premiado...Una vida de película.
Pasar de una novela de terror a una comedia romántica con final feliz.
Pero hoy por hoy ya sé qué es aquello grande que me espera.
Me ha esperado pacientemente durante casi veintiún años, sentada tranquilamente, riéndose a carcajadas cada vez que me veía preocupada por cualquier minucia insignificante que en el momento me parecía un mundo, porque sólo ella sabía qué iba a pasar después.
Y ahora, es después.
Nada grande me esperaba ahí fuera. Lo grande que me espera lo tengo dentro.
Yo soy lo mejor que podría pasarme en la vida.
Nadie mejor que uno mismo para reconocer su propio mérito en cualquier campo que nos haga babear como padres primerizos.
Nadie mejor que yo, para amarme de una manera loca y apasionada.
Nada mejor que sentirse autosuficiente y realizada ante un presente que quizás parezca enorme, tan fácil como ceñirse a la vida, al momento y a la alegría.
Lo que tengo dentro es sólo mío, y suertuda será la persona con la que lo comparta.
La música, la poesía, el arte me rodea y me incita a vivir.
Lo más grande que te puede pasar es amar cada segundo de tu vida y demostrarlo.
Si quieres gritar, grita, si quieres reír a carcajadas se lo más ruidoso que puedas.
¿Quién quiere personas grises y encasilladas pudiendo vestirte de colores y salir a demostrar tu felicidad?

miércoles, 21 de agosto de 2013

Contra-Adicción.

Que se pare la realidad que yo me quedo en tu puerta.
Para buscarte y susurrarte que siempre has sido mío, que siempre lo serás.
Y me pierdo en mis palabras, porque éstos no serán los últimos versos que te escriba, a penas  son los primeros. Y en cada palabra que pronuncie, cada acento que escriba, llevaré tu nombre, y aparecerás enredado en dolor, soledad y recuerdos.
Que ya no estás, eso es un hecho, mas no quiero evitar quererte. Quiero quererte en silencio, dejarme ahogar por tu ausencia.
No quiero olvidarte, y cuando quiera no podré.
Pero pese a esto, prefiero que me duelas a que no seas nada.
No quiero estar sola de nadie, quiero estar sola de ti.
Rodearme de ¿y si...? que abandone cuando se suban la cremallera, porque en cada caricia ajena te imagino, pongo tus ojos en otras caras, busco aquellas manos pequeñas que me pertenecieron en el cuerpo de cualquiera. Y me castigo así, por haberte perdido.
No serán tú aunque pasen los años, aunque pase la vida, así que me condeno a amar esta idea tuya.
Porque si te tuviese no te querría ni la sombra de lo que gusta no poder tenerte.

lunes, 12 de agosto de 2013

Zapatos:

De repente todo se nubla y tu mente es como una noche sin estrellas, oscura, negra, llena de nubes grises que no te permiten pensar con claridad.
Así era siempre, cuando empezaba a tocar el cielo con los dedos, una voz me susurraba al oído: no te lo mereces. Y ahí era cuando empezaba a buscar piedras con las que tropezar ,fragmentos de desolación con los que atravesar mi pecho.
Una guerra constante entre querer y no querer, entre poder y no poder, entre mí misma y mis circunstancias.
La música a veces no es suficiente, el tabaco deja de relajarte, el sexo ocasional te parece sumamente vacío.
Entonces te sientes perdida, sin rumbo, sin saber qué hacer para salir a flote. No sabes qué lastre quitarte para poder volar en paz.
¿Qué hacer cuando tu única enemiga eres tú misma?
Que las trabas del destino las dibujo en mi camino.
Que a la vez que busco la felicidad busco la humillación.
Si cada persona tiene su propia luz y su propia sombra, yo soy mi oscuridad consentida.
No sé vivir si no es con tristeza.
Como si Dolly Parton se cantase a sí misma Jolene: ¨No me lo quites sólo porque puedes.¨
Es como si buscase el silencio mientras no dejo de gritar.
Pura contradicción.
Busco mi solución en un diagnóstico, algo que me consuele, que me deje fantasear sólo cinco minutos más que todo esto no es mi culpa.
Algo que me explique que no soy yo la culpable de este juego sangriento.
Busco un razonamiento lógico y coherente dentro del más puro sentimentalismo.
Y como si mi final ya estuviese marcado en el calendario, me dejo llevar, sabiendo que un trágico final me espera, teniendo la esperanza de que mis letras perduren en el tiempo, para poder ser quizás el ejemplo de alguien, cuando ni siquiera soy el mío propio.
Cuando lo que me apetece es parar a descansar, me pongo las botas de acero y empiezo andar, andaré hasta que me sangren los pies, hasta que no sienta las piernas, porque de eso se trata, autocastigo.
Autocastigo y culpabilidad por algo que es pasado, por algo que no dependió nunca de mí.
Y como si fuese una niña desprotegida, a pesar de mi veintena, me quedo agazapada, a la espera de que alguien me salve, mientras mi enfermiza mente sabe que no quiero ser salvada.

sábado, 11 de mayo de 2013

Resquicios.

Quise escribir cada palabra tuya, para deleitarme más tarde con tu silencio.
Adornar con miradas tu figura, para recrearme en tu cuerpo.
Quise ser la musa que en tus sueños amanece para con fervor elevarme así con tus besos.
Batallar junto a ti cada guerra de la vida, para conseguir de un portazo, la paz entre tus piernas.
Quise y soñé e imaginé ser tantas cosas para ti, que el futuro me consumía, así que decidí ser tu presente y caminar juntos, contigo, cada día.

domingo, 7 de abril de 2013

Capítulos.

Si con mis letras pudiese pedirte perdón por cada error pasado y futuro.
Si con mis versos pudiese cumplir todas las promesas que te he hecho y haré.
Si con cada sílaba consiguiese enamorarte cada día un poco más que ayer.
Si con cada acento uniese tus manos a las mías para siempre y con un punto y final poner finales felices a tus domingos...
Me pasaría las noches enteras escribiendo historias para poder amanecer a tu lado en cada capítulo de tu vida.

lunes, 11 de marzo de 2013

De rodillas.

Bésame, como haces como cada cinco días. Tus labios lentos, húmedos, presionando los míos.
Roza con tu lengua mi cuello, suave, despacio. Muerde mi nariz.
Permite que, cuerpo a cuerpo, desnude tu alma; que acaricie tu piel con cuidado, bajando desde tu pecho hasta tu ombligo.
Suplico entonces, de rodillas, un poco más y desabrocho tus pantalones sin prisa, para deleitarme y disfrutar mientras te escucho gemir.
Me tomo mi tiempo, porque puedo, porque tengo espacio de sobra para lamer sin miedo.
Todo se acelera y presionas mi cabeza, y ahí, justo ahí ya eres totalmente mío.
Me levanto y a tu altura, ya no hay vuelta atrás.
Me desnudas y lo que pasa a continuación es sólo para ti y para mí: no apto para menores, sensibles o precoces.

sábado, 9 de marzo de 2013

Sin título.

No quería escribir nada por miedo a que no fuese algo único, algo que fuese sólo para ti, y es que, después de varias decepciones y ¨enamoramientos¨ no me quedan nuevos recursos con lo que deleitarte, con los que señalar todo lo que me gusta de ti, algo original y sincero que no suene a copia barata de relaciones baratas.
Pero, mi vida, he entendido algo, y es que, tú eres único, y todo lo que pueda escribir o sentir no será ni la sombra de lo que un día expresé.
Eres, como ya sabes, mi hueco en la almohada de lunes a jueves; mi sonrisa infinita los viernes.
Mi piel morena y espalda tatuada, la naturalidad en estado puro, la risa estridente que alegra mis tardes, el compromiso basado en tinta y sangre.
Estoy enamorada de esas manos pequeñas que acarician mi cara cuando me haces el amor y, en un suspiro me susurras un te amo en el oído.
Amo tu preocupación y tu ímpetu, esa seriedad que derribo con sólo una mirada.
Te quiero, como jamás en mi vida quise a nadie, de una forma tan pura que asusta.
Te quiero donde termina mi ombligo y empiezan tus manos.

miércoles, 9 de enero de 2013

Tarde.


¿Alguna vez han notado como si poco a poco le abriesen el esternón en dos?
No es algo que te ponga triste, es algo que físicamente duele, que traspasa la barrera de lo emocional. La melancolía se vuelve bota y te pisotea el pecho.
Así era cuando él pronunciaba ¨las palabras¨, cuando lejos de querer hacerme daño, sólo quería darme ilusiones.
Su poco a poco me sabía a decepción y no podía borrarme el sabor amargo de los labios.
Él me quería, supongo que de eso no había duda, él, a veces, me lo decía, pero yo necesitaba algo más.
Saben, igual que sé yo (y si no lo saben, siento lástima por ustedes) el calor que desprenden los ojos cuando miran a quien quieren, el pellizco que se coge en el estómago y se nota en los párpados cuando se besan. Yo tenía aquel pinchazo. Él no.
Necesitada dejar de encorvarme sujetándome el pecho cuando, en un grito ahogado de dolor él me susurraba lenta y cruelmente al oído: ¨algún día te querré así¨ para que dejase de llorar.
Estábamos juntos, no éramos tan distintos como pensábamos y con querernos despacito era suficiente, hasta que me levanté una mañana y simplemente lo supe; le quería.
Le quería más que a nadie en el mundo, más que nunca a nadie.
Nunca odié tanto los domingos, ni Ceuta.
Necesité entonces más, y él, temeroso no quería dármelo, no por ahora.
Tiempo, tiempo, tiempo. Siempre mi enemigo.
Su pasado me aplastaba.
Cómo, sabiendo que al abrazarlo yo sólo podía pensar ¨Dios, que no se vaya nunca¨, él pensaría lo mismo. Cómo fiarme.
Saben, señores, lo que vuestras almas sienten, pero siempre habrá hueco para la duda sobre un corazón ajeno.
Y es que, para él era pronto, para mí, era tarde.

domingo, 6 de enero de 2013

Septiembre.


Hacía bastante tiempo que tenía esa especie de pálpito constante que te obliga a creer que va a pasar algo sí o sí.
Y es horrible, tener la sensación clara y concisa de tu propia muerte, os lo aseguro.
Siempre dije y garanticé, que iba a morir antes de cumplir 20, y hoy, a punto de cumplir 20 años y un mes puedo asegurar que mi ¨premonición¨ ha sido totalmente cierta.
Pasé un verano asustada, amedrentada por los cambios que pudiesen suceder pasado Septiembre: nuevo curso, nuevos compañeros, hermanas que se marchaban a diversos puntos de Andalucía, amores que morían y nuevas y difíciles etapas que afrontar de mi vida.
Ya no era una niña, y menos aquella niña asustada que siempre creí ser, era momento de darse cuenta de lo que había tras esa capa ancha de tela negra.
No sabía, que pasado aquel fatídico Septiembre, que hacía balancearme de puro miedo, vendría la mejor etapa de mi vida, que, dicho sea de paso, parece no tener fin.
El nuevo curso me ha hecho conocer a grandes personas, bohemios con palestina y boina que lejos de jurarme amor pasional, me juran amistad limpia y pura, de esa amistad que conocen mis MamaChichos.
Aquel amor que murió, aquella tristeza consentida, aquella casualidad que pudo (por inconsciencia) arrastrarme a la miseria, desapareció sin más, de la noche a la mañana, sin resquicio de piel bajo mis uñas, sin recuerdos que atormentasen mi alma, sin huellas. Y es que la dependencia equivoca a la razón y nubla los sentimientos.
El temor a no quedarme sola, a aquella sensación de soledad prestada que me taladraba la cabeza desde pequeña desapareció cuando, aquel Septiembre, caminaba de la mano conmigo misma, sin miedo, sin necesitar a nadie a mi lado.
Sola conmigo.
Entonces y sólo entonces, pude enfrentarme a mis fantasmas, sólo entonces pude ser libre de mí misma, descubrirme a mí y a todos los que había a mi alrededor.
Me di cuenta de esa gran familia que tengo, de mis dos preciosos tesoros escondidos bajo algún árbol de Sevilla y Granada, de lo que valgo y de que todo lo que me proponga lo voy a conseguir.
Mi temor a perderme a mí misma se disolvió en el momento en el que me encontré.
Y ahora, seis meses más tarde, puedo decir de todo corazón que todo ha valido la pena.
Todo lo malo pasado ha tenido su recompensa, los falsos amigos me enseñaron a apreciar la amistad de verdad, los hombres que quise y me defraudaron me enseñaron lo injusto que es comenzar una relación para olvidar a tu primer amor, que la lealtad con lealtad se paga y que jamás debes encadenarte a alguien sólo para no sentirte solo.
Y doy las gracias, porque en mi nueva vida ahora lo tengo a él, algo real, puro y porque sí.
Él siempre será bonito, porque no es necesario tenerlo en mi vida.
¿Que a qué viene todo esto?
Pues viene porque quiero y porque puedo, porque tenía ganas de escribir lo feliz que me siento con mi nueva vida y mi nueva forma de ser, lo feliz que me hacen mi familia, mis amigas, mis compañeros y él, que es el mejor regalo de Reyes que podría haber tenido nunca.