lunes, 23 de agosto de 2010

Málaga.

Sentados en la estación soñábamos en tecnicolor con un futuro que nos parecía demasiado corto.
Tú tocarías en New York, mientras yo me preparaba el guion en una cafetería cualquiera de Hollywood.
-Llegaré a lo más alto.
Y no lo dudo, tienes fuerza, tienes alma, tienes todo el corage que se puede desear, más allá de la oscuridad el cielo para ti, siempre será azul.
Tan optimista, me encantas.
Seguíamos esperando nuestro particular transporte despues de un fin de semana lleno de desvaríos y risas varias, cuando te prometiste a ti mismo, en voz alta y serena que dentro de quince años transmitirías paz, alegría y tristeza a todo aquel que quisiese escuchar tu melodía, pero aún no te das cuenta, que ya transmites paz con tu risa, y alegría con tu mirada, tienes el don de la tenacidad, todo aquello que te propongas será para ti, jamás lo dudaré.
Prometí escribirte algo, y, en cierto modo no tengo palabras extravagantes con las que poder alabar tu persona, se me acaban las ideas junto con el tabaco, y es absurdo buscar en algún diccionario alguna palabra que me llene más el corazón de orgullo que llamarte Primo y saber que siempre estarás ahí.
Sigue tocando, trombonista, sigue llenándonos la cabeza con sueños en tecnicolor y dándonos la fuerza necesaria para luchar por nuestro camino.
Sigue trepando para llegar a lo más alto, mientras yo, seguiré escribiendo aunque sea sentada en alguna cafetería cualquiera de Campillos.

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