domingo, 26 de abril de 2009

Andrés.

Luchaba con todas sus fuerzas para intentar dejar abiertos los ojos, para no cerrarlos, queria seguir mirando, pero al final el peso de sus parpados hicieron que cerrase los ojos.
Su respiracion se calmó, al igual que los latidos de su corazón.
Se durmió con el sonido de una nana cualquiera puesta en labios de ella.


Por ti, mi vida, tan pequeño, tan rebosante de vida, me das fuerzas cada vez que me dices: Tata.

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