lunes, 11 de marzo de 2013

De rodillas.

Bésame, como haces como cada cinco días. Tus labios lentos, húmedos, presionando los míos.
Roza con tu lengua mi cuello, suave, despacio. Muerde mi nariz.
Permite que, cuerpo a cuerpo, desnude tu alma; que acaricie tu piel con cuidado, bajando desde tu pecho hasta tu ombligo.
Suplico entonces, de rodillas, un poco más y desabrocho tus pantalones sin prisa, para deleitarme y disfrutar mientras te escucho gemir.
Me tomo mi tiempo, porque puedo, porque tengo espacio de sobra para lamer sin miedo.
Todo se acelera y presionas mi cabeza, y ahí, justo ahí ya eres totalmente mío.
Me levanto y a tu altura, ya no hay vuelta atrás.
Me desnudas y lo que pasa a continuación es sólo para ti y para mí: no apto para menores, sensibles o precoces.

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