Te
paras a pensar y de pronto lo entiendes:
Dos no se pelean si uno no quiere, pero, ¿qué pasa cuando dos quieren pelearse
y no hay tal pelea?
Llega la frustración y te haces millones de preguntas como: ¿Por qué no le
partí la cara? O ¿Por qué no me cagué en su puta madre? En fin, ya sabéis,
cosas de peleas.
Y es que hay situaciones, que aunque sea mejor evitarlas hay que llevarlas a
cabo sólo para dejar de preguntarte por qué no hiciste esto, o por qué no
dijiste lo otro.
Hay situaciones que hay que afrontar sólo para no estar el resto de tu vida
preguntándote que qué habría pasado si…
A lo mejor le hubieses partido la cara, y a la semana os hubieseis ido de
birras.
O a lo mejor te hubiese dado tal paliza que no querrías verlo en la vida.
Pero ya nunca lo sabrás, porque, pese a que los dos queréis, nadie es lo
suficientemente valiente como para dar la primera bofetada y afrontar el futuro
de frente, juntos o separados.
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