De madrugada, de nuevo, te espero sentada en mi puerta.
Y ahí estás tú, como cada noche: cómplice, amigo, persona.
Aún no te haces una idea de lo mucho que estás haciendo por mi, de lo que representas en mi día a día.
Manos pequeñas, espalda tatuada, tabaco, maletero y conversación.
No puedo evitar sonreír cada vez que te veo, has llegado justo en el momento indicado.
Las casualidades no existen y llegados a este punto nos preguntamos: ¿y por qué no?
El día y la noche, ya lo sé, pero en eso consiste, la vida sería horrible si sólo existiese el Sol, si la Luna, cansada, abandonase su labor y nos sumiese en un profundo día eterno.
Y qué haremos si la Luna no brilla a través de tu ventana, si no me regala un guiño la noche para poder gozar de ti y contigo.
¿Qué hago yo si no te tengo para enseñarte lo que es Magia?
¿Qué harás tú si no me tienes para enseñarme que es realidad?
Límite, límites, palabras que no me gustan, extremos, bordes; estoy cansada.
Eres mi cable a tierra, ahora, deja que fluya el arte y permíteme ponerte alas.
¨Escatológicamente¨ hablando, claro.
lunes, 27 de agosto de 2012
lunes, 20 de agosto de 2012
Huir.
Aún quedan resquicios de tu piel en la mía,
y la añoranza de un mañana envuelto en pasado.
Mas el orgullo hace alejar la esperanza,
y la vanidad crea un muro invisible en el tiempo.
Son palabras y no hechos lo que marcan tu camino;
Son cimientos de olvido los que hacen emprender el mío.
Y te extraño, y no miento...
Pero la falsedad en tu sonrisa,
hacen que mis manos salgan huyendo.
Huyendo, huir, huimos.
y la añoranza de un mañana envuelto en pasado.
Mas el orgullo hace alejar la esperanza,
y la vanidad crea un muro invisible en el tiempo.
Son palabras y no hechos lo que marcan tu camino;
Son cimientos de olvido los que hacen emprender el mío.
Y te extraño, y no miento...
Pero la falsedad en tu sonrisa,
hacen que mis manos salgan huyendo.
Huyendo, huir, huimos.
viernes, 17 de agosto de 2012
Bofetadas.
Te
paras a pensar y de pronto lo entiendes:
Dos no se pelean si uno no quiere, pero, ¿qué pasa cuando dos quieren pelearse y no hay tal pelea?
Llega la frustración y te haces millones de preguntas como: ¿Por qué no le partí la cara? O ¿Por qué no me cagué en su puta madre? En fin, ya sabéis, cosas de peleas.
Y es que hay situaciones, que aunque sea mejor evitarlas hay que llevarlas a cabo sólo para dejar de preguntarte por qué no hiciste esto, o por qué no dijiste lo otro.
Hay situaciones que hay que afrontar sólo para no estar el resto de tu vida preguntándote que qué habría pasado si…
A lo mejor le hubieses partido la cara, y a la semana os hubieseis ido de birras.
O a lo mejor te hubiese dado tal paliza que no querrías verlo en la vida.
Pero ya nunca lo sabrás, porque, pese a que los dos queréis, nadie es lo suficientemente valiente como para dar la primera bofetada y afrontar el futuro de frente, juntos o separados.
Dos no se pelean si uno no quiere, pero, ¿qué pasa cuando dos quieren pelearse y no hay tal pelea?
Llega la frustración y te haces millones de preguntas como: ¿Por qué no le partí la cara? O ¿Por qué no me cagué en su puta madre? En fin, ya sabéis, cosas de peleas.
Y es que hay situaciones, que aunque sea mejor evitarlas hay que llevarlas a cabo sólo para dejar de preguntarte por qué no hiciste esto, o por qué no dijiste lo otro.
Hay situaciones que hay que afrontar sólo para no estar el resto de tu vida preguntándote que qué habría pasado si…
A lo mejor le hubieses partido la cara, y a la semana os hubieseis ido de birras.
O a lo mejor te hubiese dado tal paliza que no querrías verlo en la vida.
Pero ya nunca lo sabrás, porque, pese a que los dos queréis, nadie es lo suficientemente valiente como para dar la primera bofetada y afrontar el futuro de frente, juntos o separados.
martes, 14 de agosto de 2012
Trastornada.
¨Con su aire de ramera experta en el contagio del odio hacia la vida, del tedio y del cansancio¨
Verás, esto es así:
Vuelven a ser las cinco, y vuelvo a estar en vela. Puedes exculparme diciendo que he dormido la tarde entera o cosas por el estilo, pero igualmente me importan un bledo tus circunstancias, vuelven a ser las cinco y vuelvo a estar en vela.
Acaricias con ternura mi piel, y sé que mientes.
No buscas una piel suave y lisa bajo tu mano, no buscas calor o confort en mis piernas, lo único que quieres encontrar, jodida desquiciada, son marcas, heridas, cicatrices, para regodearte en tu ansiada tristeza concertada, sangre fresca con la que deleitar tu trastornado paladar.
Te encanta, lo adoras.
Eres la mancha en mi perfecto currículum, eres el tipo de persona pedante que susurra suavemente que curriculum no tiene tilde ya que es una palabra procedente de la segunda declinación del latín, y como (ahí es donde demuestras lo gilipollas que eres) todo el mundo sabe, las palabras en latín no llevan nunca tilde.
Prepotente de mierda.
Vas de dura y lo único que se te ocurre hacer cuando te sientes impotente es encerrarte en el baño, hacerte un par de rasguños y ponerte a llorar como una cría sentada en la bañera.
Me das pena.
Y lo mejor de todo es que hagas lo que hagas nunca vas a cambiar.
Siempre vas a seguir siendo la típica niñata consentida con síndrome del chalet que lo ha tenido todo en su puerca vida y va por ahí intentando dar lástima y llamando la atención de quienes te rodean para dejar de sentirte menos sola.
Vete a vomitar un rato, bulímica con retraso.
¨Oh, miradme, soy una chica con problemas, voy de fuerte pero en el fondo soy una romántica becqueriana que sabe que su vida dará un giro y será perfecta.¨
Lo que eres es subnormal profunda.
Haces chistes con hechos desagradables de tu vida para hacer ver que no te duelen, y lo mejor de todo es que cuando acabas esos dobles sentidos que tanto te gustan, te miras al espejo y gritas: ¡Me das asco, hija de puta!
Y vuelves a encerrarte en el baño, a hacerte un par de rasguños y a llorar en la bañera.
En fin, podrías meterte un tiro, o acabar lo que una vez empezaste, así por lo menos me dejarías dormir, jodida pedante de mierda, que me tienes agotada ya con tus batallitas de niña maltratada.
lunes, 13 de agosto de 2012
Pronto.
Juegas a derramar pequeños fragmentos de tu vida por algún
lugar lejano.
Permites que, al ritmo de la música, unas manos ajenas te posean, manos que no son tuyas, que nunca serán tuyas.
Y te encuentras de nuevo, sumida y sumisa ante una situación que te desagrada, una situación que te desgarra la piel como antaño hacían sus uñas, pero ya nada es igual.
Te preguntas, mientras observas a aquella dama de ojos tristes y pelo negro, inmóvil frente al espejo, cuánto durará esta situación.
Cuándo vendrá un alma que te acompañe, cuando tu atormentado destino caerá fulminado ante la buena fortuna. Cuándo, cuándo, cuándo.
Entonces, una voz, sarcástica y cruel susurra en tu oído: Pronto.
Pronto todo cambiará, mañana será pronto, y si no, dentro de una semana, volverá a ser pronto.
Pronto este vacío irracional se evaporará con un par de besos, quizás pronto pueda recordar sin vomitar sus versos.
Quizás el tiempo pase rápido, y mañana cuando despiertes hayan pasado treinta años, quizás la semana que viene te encuentres ganándole un pulso a la desesperanza, quizás, dentro de tres días tengas a la felicidad desnuda en tu cama.
A lo peor, mañana despiertas con tu vida agotada, y un corazón fatigado en el pecho.
Quizás pronto se haga tarde.
Permites que, al ritmo de la música, unas manos ajenas te posean, manos que no son tuyas, que nunca serán tuyas.
Y te encuentras de nuevo, sumida y sumisa ante una situación que te desagrada, una situación que te desgarra la piel como antaño hacían sus uñas, pero ya nada es igual.
Te preguntas, mientras observas a aquella dama de ojos tristes y pelo negro, inmóvil frente al espejo, cuánto durará esta situación.
Cuándo vendrá un alma que te acompañe, cuando tu atormentado destino caerá fulminado ante la buena fortuna. Cuándo, cuándo, cuándo.
Entonces, una voz, sarcástica y cruel susurra en tu oído: Pronto.
Pronto todo cambiará, mañana será pronto, y si no, dentro de una semana, volverá a ser pronto.
Pronto este vacío irracional se evaporará con un par de besos, quizás pronto pueda recordar sin vomitar sus versos.
Quizás el tiempo pase rápido, y mañana cuando despiertes hayan pasado treinta años, quizás la semana que viene te encuentres ganándole un pulso a la desesperanza, quizás, dentro de tres días tengas a la felicidad desnuda en tu cama.
A lo peor, mañana despiertas con tu vida agotada, y un corazón fatigado en el pecho.
Quizás pronto se haga tarde.
sábado, 11 de agosto de 2012
Muerte.
Otra noche más, y seguía sin ser mi cama. Ni mi cama, ni mi casa, ni mis obligaciones, pero ésta soy yo.
Acarreando problemas ajenos desde hace ya casi veinte años.
La vida se le iba en cada suspiro que daba, cada abrir y cerrar de ojos era un sueño que volaba, cada palabra que no pronunciaba era una lágrima en mi mejilla.
Aquella dama de negro era su compañera cada madrugada, y al alba yo sólo podía despertarme y observar como seguía respirando, como lograba esquivar aquel beso mortal noche tras noche.
¿Durará todo este pesar más tiempo?
¿Será mi mano la última que acaricie antes de sumirse en el sueño eterno?
Qué de dudas, qué poco tiempo.
Si bien nunca pensé que podría hacer esto por ti, tampoco pensé que podría ahogarme en un mar de lágrimas cada noche, viendo como poco a poco me abandonas, nos abandonas.
Es tarde ahora, abuelo, para vivir del pasado, para remendar heridas anteriores, para sofocar el daño causado, pero aquí sigo yo, tu niña, aferrada a ti, como me aferro a la esperanza de escucharte un perdón, para que pueda sollozar en tus brazos cansados diciendo lo mucho que te quiero y afirmándote que no hay rencor en mi interior para ti.
Colúmpiame ahora en la esperanza, más fuerte, más fuerte, hasta las nubes, haz que toque el cielo con mis manos, permíteme nadar en tus ojos celestes, hazme creer que aún sigo siendo aquella infanta a la que ibas a recoger a la guardería y la llenabas de besos y caricias.
Inventa que fuiste un padre para mi.
Puede que sea tarde, abuelo, para vivir del pasado, pero déjame en tu partida, qué menos, que ganas de luchar y el fruto de aquel árbol que plantaste para mi, haz que crea en la humanidad, haz que confíe, haz que te perdone.
Acarreando problemas ajenos desde hace ya casi veinte años.
La vida se le iba en cada suspiro que daba, cada abrir y cerrar de ojos era un sueño que volaba, cada palabra que no pronunciaba era una lágrima en mi mejilla.
Aquella dama de negro era su compañera cada madrugada, y al alba yo sólo podía despertarme y observar como seguía respirando, como lograba esquivar aquel beso mortal noche tras noche.
¿Durará todo este pesar más tiempo?
¿Será mi mano la última que acaricie antes de sumirse en el sueño eterno?
Qué de dudas, qué poco tiempo.
Si bien nunca pensé que podría hacer esto por ti, tampoco pensé que podría ahogarme en un mar de lágrimas cada noche, viendo como poco a poco me abandonas, nos abandonas.
Es tarde ahora, abuelo, para vivir del pasado, para remendar heridas anteriores, para sofocar el daño causado, pero aquí sigo yo, tu niña, aferrada a ti, como me aferro a la esperanza de escucharte un perdón, para que pueda sollozar en tus brazos cansados diciendo lo mucho que te quiero y afirmándote que no hay rencor en mi interior para ti.
Colúmpiame ahora en la esperanza, más fuerte, más fuerte, hasta las nubes, haz que toque el cielo con mis manos, permíteme nadar en tus ojos celestes, hazme creer que aún sigo siendo aquella infanta a la que ibas a recoger a la guardería y la llenabas de besos y caricias.
Inventa que fuiste un padre para mi.
Puede que sea tarde, abuelo, para vivir del pasado, pero déjame en tu partida, qué menos, que ganas de luchar y el fruto de aquel árbol que plantaste para mi, haz que crea en la humanidad, haz que confíe, haz que te perdone.
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