viernes, 30 de octubre de 2009

Culpables.

Dulces dieciséis te repetias aflijida, ante un mechero apagado por un soplo deseoso de sueños y triunfos.
Una inestabilidad emocional que recorría tus venas, esas, con una sangre inútil, que te daba y te daría más tarde la espalda.
Nunca supiste que significa un te necesito.
Y te saltabas los recreos para más tarde volver a clase con los ojos rojos.
No te culpo, nunca lo he hecho, siempre tiendo a evadirte del mundo y ponerte ahí, al otro lado, tú no deberías entonar el Mea Culpa.
El agua fría corría por tu cuerpo, delgado, desgastado y aun así, hermoso.
El agua caliente, como ya sabes, quedaba vetado a ti, al igual que el amor maternal y el derecho a elegir tu camino.
Y un día, cuando rozabas los dieciocho, decidiste salir al mundo.
Volaste y aspiraste, mientras tus dedos y tu futuro quedaban teñidos de negro.
Entonces un amor prohibido tocó la puerta de tu inocencia perdida, y te dejaste querer.
Tus sospechas se harían realidad, al igual que aquellos deseos pedidos a un mechero en tus ahora amargos dieciséis.
Pero no, tus cadenas no habían sido cortadas, y no tenías ni voz ni voto ante una madre nacida para dictadora.
Una visita al médico, un adios al amor a la ternura y a un futuro prometedor.

2 comentarios:

  1. una visita al medico?, parece ser lo unico que destaca de todo el mensaje hallado en el texto, o kizas algo fuera de lugar,y me imagino que con madre dictadora te refieres a la vida, por cierto, buena narrativa,xd
    saludos

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  2. Ya te dije que me encantaba. Ella estaria, esta orgullosa de ti, estoy segura.

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