Había una vez una niña con problemas.
Jugaba, tan tranquila, a dibujar serenidad en su rostro mientras vestía a su muñeca Mentiras con ropita de decepción.
Se inventaba diferentes formas de odiar al mundo y a ella misma.
Tenía un precioso castillo en el que ella era considerada princesa pero se veía dragón. Allí contaban historias muy bellas, todas esas historias que le pertenecían en su presente pero que para aquella niña eran simples cuentos lejanos, mera fantasía de felicidad, cariño y amor.
Tenía también grandes amigas imaginarias que la hacían sonreír de vez en cuando, y que ahogaban su llanto en música rock, escotes y alcohol.
Rondaban por su castillo varios principitos, azules, cómo no, que la amaban y querían protegerla de todo aquello que le hiciese daño. Principitos que no habían entendido aún que el color negro de ojos de aquella niña insolente se llamaba negro autodestrucción.
Había una vez una niña con problemas. Una mujer que nunca pudo ser niña.
Había una vez yo misma.
me gusta mucho señorita, sobre todo la ultima frase "Había una vez una niña con problemas. Una mujer que nunca pudo ser niña.
ResponderEliminarHabía una vez yo misma."
muy buena, si señor! ^^
El problema es que esta amiga no es imaginaria, y puede zurrarte de verdad ^-^
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