Quemando mis pocas neuronas frente una pantalla, al igual que quemo mis pulmones con el aire ascendente de dos o tres cigarros en una noche sin luna y sin esperanza.
Esperar.
Esperar.
Esperar…
Mis nervios a flor de piel, un grito ahogado de una garganta cansada, y unas manos que dejaron de sentir el calor de una piel diferente.
Una sonrisa en off y unos ojos que no rebosan otra cosa si no tristeza.
Escapar.
Escapar.
Escapar…
Tres maletas a rebentar, una puerta abierta y unas ansias de libertad como cual pez ansioso de oxigeno en la arena de una playa cualquiera.
Me voy, posiblemente no me volverás a ver más, no volverás a escuchar mi voz temerosa y quebrada por una lucha constante sin resultados.
Una cama vacía, unos zapatos desabrochados y una guitarra sin cuerdas, no hay más.
una buena forma de decir ADIOS
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