sábado, 6 de junio de 2009

Ángel.

Estaba sentada, mirando a la nada, matando las horas.
Empezóa llegar gente, me daba igual, estaba acostumbrada a los gemidos de los minutauros de siempre.
Bufaban, para no variar.
Entonces apareció él, con rostro de ángel, cuerpo que incitaba al pecado y alma como la del mismisimo satanás.
Yo, situada entre el cielo y el infierno, me perdí en sus ojos negros.
Lo evité durante dias, sus palabras eran dagas que desgarraban mi corazón con una puntería perfecta, esconderme habia funcionado, pero, el destino es caprichoso.
En silencio, fantaseé con su boca, sus manos, su pelo...
Algo hizo que apartase la mirada de sus perfectos rasgos, sus ojos encontraron los mios, que se fueron directos al paraiso.
Me tocó elegir, entre el bien o el mal, la vida eterna o arder en las llamas.
La verdad esque una vida indefinida y completamente placentera se hacía tentador, pero tan solo la idea de no volver a verlo, era repulsiva.
Así pues, llegué a la conclusión de que preferiría formar parte de las brasas si podía disfrutar de un segundo cada cien años de su mirada con la mía.

1 comentario:

  1. Tu como siempre cariño...prefieres el pecado, es ams divertido :)

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